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Reformateando la universidad

Universidad

En el mundo de la educación digital, somos conscientes de que las pedagogías innovadoras proliferan como las partículas fundamentales de la física. Lo que comenzó hace 30 años cuando por primera vez en el mundo se ofreció un programa de educación en línea, en la actualidad mantiene un crecimiento exponencial. Concretamente en la educación superior, lo que inició como idea de acceso a universidades en línea –los métodos y formas de instrucción, el estudio y la investigación– hoy en día ha sido ampliado para convertirse en una profusión de pedagogías y sus interacciones, pero ¿realmente hemos provocado un cambio importante en la práctica educativa?

Hay mucha presión sobre las universidades para adaptarse al desafío educativo multidimensional: la globalización, las tecnologías, la competitividad, el desarrollo de nuevas competencias para la vida laboral, la percepción y el valor de la educación superior, la flexibilidad del currículum, los cambios demográficos estudiantiles, la preparación y filosofía de los maestros, y obstáculos como los problemas de legislación, de monopolio, del modelo de financiamiento y la inercia institucional han hecho más difícil solventar los retos. Los cambios de paradigmas de fondo quedan atrás cuando se requiere atender la demanda creciente, la operación diaria y la infraestructura básica.

Números y realidades

De los 3.5 millones de estudiantes matriculados en educación superior en México, el 2% está tomando en línea parte o la totalidad de su instrucción, mientras en países como Estados Unidos llega al 45%. Es significativo que de las más de 2,440 Instituciones de Educación Superior (IES) públicas y privadas, sólo el 1% del ámbito público y el 4% del privado ofrezcan alguna opción en línea de nivel licenciatura.

Cierto es que, para contar con una universidad en línea se requieren infraestructuras, pero también un modelo a la medida: contenidos digitales pertinentes, interactivos y móviles, atención administrativa remota, profesores-guías formados en el uso y aprovechamiento de las tecnologías digitales, una organización que fomente competencias, conductas y habilidades para que los graduados mantengan por sí mismos su valor a lo largo de su vida.  

En marzo de este año, durante el Global Education & Skill Forum, Andreas Schleicher de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) le puso “limón a la herida” al afirmar que “los graduados están en la calle buscando trabajo, pero los empleadores dicen que no encuentran gente con las habilidades que se necesitan”.  Dolorosa paradoja que nos reitera que existe una brecha creciente en el espectro de las competencias forjadas en la vida universitaria, contra las necesarias para la vida productiva, mismas que determinan cada vez más el crecimiento económico de una sociedad. Las empresas dependen cada vez más del talento; 70% de las ganancias de productividad son impulsadas por las habilidades de su gente. De hecho, la OCDE muestra que las habilidades más fáciles de enseñar y de medir son las más fácilmente digitalizables.

Existe una clara convicción de que la tecnología tiene un papel importante que desempeñar, pero aún no exactamente cómo vincularla integralmente a los ajustes profundos de los modelos educativos. La tecnología puede amplificar la innovación en la enseñanza e intervenir de forma más rápida y precisa, por ejemplo, tener plataformas de colaboración para que los maestros compartan y enriquezcan los materiales de enseñanza; contar con herramientas pedagógicas basadas en la indagación para que los estudiantes sean participantes activos; se puede ir más allá de los libros de texto para expandir el acceso a contenidos con múltiples formatos, recibir retroalimentación puntual y oportuna, y soportar las nuevas pedagogías que permitan la creación del conocimiento. Valga justo este espacio para agradecerle a Martin Dougiamas su invaluable aportación a la educación mundial al crear la plataforma Moodle y mantenerla como software libre. Hoy en día es el entorno virtual de aprendizaje más utilizado del mundo, sin el cual miles de proyectos educativos jamás hubieran visto la luz.

Aún son contados los tomadores de decisiones (ya sean políticos, rectores o legisladores) que, sin dejarse llevar por el canto de las sirenas de los fabricantes, buscan empujar cambios del calibre que se necesitan, al mover profundamente sus estructuras y abrir opciones de trayectorias personalizadas, estudios transdisciplinares y salidas múltiples, repensando formas de convivencia, vinculación, articulación y evaluación a través de múltiples instrumentos.

 

Educar para la vida y sus posibilidades

En este contexto, la relación pedagógica entre profesor-alumno requiere de docentes que no sólo reproduzcan el contenido de una asignatura, sino que permitan a sus estudiantes extrapolar ese conocimiento hacia el uso y aplicación del mismo en situaciones nuevas. Hay que pensar en un nuevo ecosistema sostenible para la educación superior del siglo XXI, que seguramente será muy diferente al que conocemos hoy.

Las tecno-pedagogías que ya están disponibles tienen el potencial de provocar cambios positivos e importantes en las diferentes dimensiones del desarrollo de los jóvenes, y con el cambio vendrán oportunidades sin precedentes para aquellas instituciones con la visión, la sabiduría y el coraje de estar a la altura de las nuevas necesidades y retos. Aunque la verdadera cuestión, nos dice el doctor en ciencias James Duderstadt de la Universidad de Michigan, no es si se debe transformar la universidad, sino más bien cómo y por quién.

Necesitamos educar a la gente para los trabajos que aún no han sido creados, para usar tecnologías que aún no han sido inventadas, para resolver problemas económicos y sociales que aún no surgen. Éste es el reto fundamental para la educación. En resumen, el mundo no pagará más por lo que sabes, pues ya Google lo sabe todo. Los egresados cobrarán por lo que son capaces de hacer con lo que saben.

En el mundo de los innovadores, existen ya piedras angulares que impulsan esta revolución del mundo universitario. Podemos mencionar los modelos de:

  • National University of Singapore
  • Olin College (Massachusetts, Estados Unidos)
  • Hasso Plattner Institute (Postdam, Alemania)
  • Kaplan University (Iowa, Estados Unidos)
  • Minerva Schools (San Francisco, Estados Unidos)
  • Georgia Tech (Atlanta, Estados Unidos)
  • Singapore University of Technology and Design
  • King Abdullah University of Science and Technolgy (Arabia Saudita)
  • Dublin City University (Irlanda)

Vale mucho la pena una exploración a sus páginas web para adentrarse en sus modelos educativos y visualizar las nuevas iniciativas tecnológicas.

Referencias

  • CIEES, A.C. Estadística básica de la educación superior. Secretaría de Educación Pública. Sistema Educativo de los Estados Unidos Mexicanos. Principales cifras 2014-2015: www.ciees.edu.mx
  • Barber M, Darling-Hammond L., Elmore R., Fullan M., Hargreaves A. et al. (2014). Change Wars. Solution Tree Press. Indiana.
  • Duderstadt J. (2009). The View from the Helm: Leading the American University during an Era of Change. The University of Michigan Press. USA.
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