En la década pasada fuimos testigos de sucesos que cambiaron la historia para siempre. Por nombrar algunos, podemos destacar el aumento del calentamiento global y los avances en los derechos de las mujeres. En cuanto a innovación, se masificaron las redes sociales, los teléfonos inteligentes y las plataformas de streaming; entre muchas otras tecnologías que hoy damos por sentado en nuestra vida cotidiana.
Otro hecho relevante fue la llegada de la nube a América Latina. En 2011, Amazon Web Services (AWS) lanzó su primera región de cloud en Sudamérica en la ciudad de Sao Paulo (Brasil) y desde entonces se digitalizaron muchos servicios para los latinoamericanos.
En la CDMX, se puede observar la digitalización en servicios públicos como en la renovación de licencias para conducir, que anteriormente se avalaba con un plástico como documento oficial, y ahora es totalmente digital y a través de una app; otro ejemplo es el acceso al transporte público, donde la movilidad digital está integrada en una sola tarjeta para usarse en el Metro, Metrobús, RTP, Trolebús, Eco Bici y Cablebús, además de desplegar digitalmente los mapas de la red de transporte de la CDMX para consulta de los ciudadanos. En Chile, puedes pagar una multa de tráfico con tarjeta de crédito, mientras revisas tus gastos semanales; y en Colombia, tienes la posibilidad de registrar a tu empresa en un portal Web en el momento que lo necesites.
En su concepción más básica, la nube es una red enorme de servidores remotos alrededor del mundo que están conectados para funcionar como un único ecosistema. Ofrece capacidad de cómputo y de almacenamiento a costo al por mayor, cobrando solo lo que se utiliza. Es el equivalente a la electricidad en una economía digital. Nos permite acceder a videos en Netflix sin tener que bajarlos a nuestra computadora y fue la que posibilitó el intercambio de datos genómicos entre científicos de diferentes países para buscar una vacuna para el COVID19.
La nube también es crucial para el funcionamiento de un gobierno moderno. Pensemos, por ejemplo, en el caso de elecciones: uno o dos días cada cuatro años en los que un país entero entra a la página de la entidad electoral para ver quién será su próximo presidente. Para poder atender esta enorme demanda de millones de personas en el mismo sitio web, la entidad de gobierno debe tener una cantidad masiva de servidores y mantenerlos con estándares de seguridad altísimos durante cuatro años; es decir, gastar millones de dólares por mucho tiempo solo para tener disponibilidad durante dos días. La alternativa es la nube, ya que permite aumentar la capacidad de cómputo cuando se dan los resultados electorales y reducirla hasta la próxima elección.
A su vez, la nube ha ayudado a optimizar el funcionamiento de las instituciones de salud, y su retorno a las actividades post pandemia. De acuerdo con un estudio realizado por Ipsos Argentina sobre la atención médica en América Latina, 72% de los mexicanos aceptó haber cancelado o retrasado su atención a su salud entre marzo y octubre de 2020, a causa de la pandemia y el miedo a exponerse al Coronavirus, situación que, con ayuda de la telemedicina y las plataformas de atención virtual, pudo haberse reducido en gran medida.
En 2020, por ejemplo, la empresa Roomie IT Services creo Rommiebot, un robot para proteger al personal médico y pacientes, y así evitar la propagación de infecciones; a la vez que permitió reforzar el sistema de salud en el momento más fuerte de la pandemia, actuando como primer punto de contacto en los hospitales. A través de la tecnología en la nube, el robot fue capaz de recopilar información clave para detectar e identificar en tiempo real los diferentes síntomas como tos, dolor de cabeza, dolor de pecho, entre otros, en pacientes y así poder canalizarlos de manera efectiva.
La adopción de la nube se está acelerando, primero como efecto de la necesidad de seguir con actividades a distancia, y, actualmente por la reactivación de proyectos públicos y privados, actividades híbridas y la redefinición de nuevos esquemas comerciales, educativos, médicos, económicos, sociales, políticos y de entretenimiento entre otros. Esta tendencia digital que los ciudadanos han adoptado de forma orgánica, ahora se está viendo demanda a los gobiernos, para tener servicios públicos digitales, rápidos y eficientes, que evolucionen a la par de la trasformación tecnológica.
Mayor productividad, menos demoras y más eficiencia: las ventajas que representó la nube durante su primera década en América Latina son enormes. No tengo dudas de que los avances que veremos en los próximos diez años serán inimaginables.