Comentemos acerca de la quinta generación de conectividad móvil, es decir, la denominada 5G, pero ¿qué significa una nueva generación? Entre muchas cosas, sabemos que representa mucho mayores velocidades de carga y descarga de datos, mejor calidad y confiabilidad de red, menor latencia y, con todo, el habilitamiento de conectividad masiva de dispositivos (IoT por sus siglas en inglés) y la materialización efectiva del Internet de Todo (IoE por sus siglas en inglés).
Si se valiera hacer un promedio simple de la cobertura o adopción por generación tecnológica móvil en México, la coexistencia actual de 2G, 3G y 4G, nos deja en que todavía somos un país 3.4G. Entonces, ¿por qué no cubrir la ruta en plenitud a 4G, antes de pensar en esta nueva evolución?
La evidencia histórica e internacional nos dice que este tipo de emprendimientos infraestructurales no pueden ni deben ser carentes de planeación en su despliegue. Son articulaciones de capital, financieros y regulatorios que deben aprovechar la “visibilidad tecnológica” de la que hoy gozamos para su optimización productiva y social.
Es por ello que recientemente el Mobile World Congress en Barcelona se plagó de anuncios de cuantiosos ejercicios de capitalización de estas redes y del lanzamiento de nuevos equipos y dispositivos ante la inminente llegada del 5G.
¿Cuáles son las condiciones necesarias para su desarrollo?
En primer lugar, la transición a 5G requiere de los esfuerzos de inversión por parte de los operadores para el despliegue de infraestructura de nueva generación, así como de su ajuste a los nuevos estándares internacionales de provisión de sus servicios.
De acuerdo con la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), la velocidad de descarga experimentada deberá ser de al menos 100 Mbit/s, mientras que la de subida tendrá que ser de 50 Mbit/s. Asimismo, es fundamental la disponibilidad y asignación de las bandas del espectro radioeléctrico compatibles, la cual requiere licitaciones.
Otro de los factores necesarios consiste en la oferta de dispositivos móviles alineados tecnológicamente que garanticen el empleo de procesadores en teléfonos inteligentes que puedan soportar las capacidades de transmisión de última generación.
¿Se puede implementar en México?
Les toca definir estrategias, por ejemplo, de vinculación estratégica con industrias y segmentos de la sociedad que deberán hacer uso crítico de estas capacidades mejoradas.
En nuestro país, se han puesto en marcha los esfuerzos desde el órgano regulador para contar, disponer y armonizar las bandas del espectro radioeléctrico óptimas para 5G, con la liberación de aquella de 600 MHz, el reordenamiento de 3.4 GHz y la autorización de pruebas experimentales en 3.5 GHz.
No obstante, carecemos aún de un mapa de ruta para el despliegue y lanzamiento de 5G. En lo que va de la nueva administración presidencial, no se ha realizado ningún pronunciamiento significativo, como sí es el caso en Estados Unidos y varios gobiernos más.
Apremia entonces el diseño de políticas públicas y regulatorias, estrategias de vinculación multi-industria, modelos comerciales y esquemas de inversión para el aprovechamiento óptimo y oportuno de esta evolución en México.
Los consumidores y la industria de telecomunicaciones en su conjunto están a la expectativa de la definición y puesta en marcha de las acciones estratégicas para la oferta efectiva de 5G. Es momento de la alineación de esfuerzos desde los jugadores del mercado y el gobierno para alcanzar este nuevo hito tecnológico.