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Innovación: un tema de vida o muerte

Hoy en día, la mayor parte de las conversaciones de negocios destacan la gran velocidad con que la innovación y las disrupciones aparecen en diferentes industrias. La mayoría de nosotros apenas podemos visualizar con fundamentos estables cuál será la repercusión de estos fenómenos en el mediano y largo plazo; sin embargo, hoy el impacto ya es evidente, dando la sensación de que se trata de un tema de vida o muerte.

La innovación tecnológica ha transformado, sin duda, la capacidad de oferta de las organizaciones, los costos, la manera de interactuar con los clientes, la comunicación, la logística y las cadenas de suministro, en términos de mayor competitividad, eficiencia y productividad a largo plazo, permitiendo la incursión en nuevos mercados e impulsando el crecimiento de la economía.

Gracias a estos avances tecnológicos, hemos construido un mundo donde la experiencia del usuario, los servicios basados en datos y la medición del crecimiento por medio de herramientas de análisis hacen prácticamente obligatorio diseñar constantemente nuevos modelos de negocio.

Ante este contexto, la innovación debe ser una cultura arraigada en toda la estructura de las organizaciones, ya que su contribución se nota en diferentes áreas, actividades y procesos. Al respecto, nuestro estudio Perspectivas de la Alta Dirección en México 2017, encuesta realizada a 868 directivos en nuestro país, señala que 75% de los encuestados enfocan la innovación como una de sus tres prioridades en la organización.

Creación de negocios disruptivos

Aunque no siempre sea evidente, hay espacios para innovar en la administración, en el manejo de los recursos humanos, en las compras de insumos o directamente en los productos y servicios que se ofrecen a los clientes, si es que este concepto se adopta de manera estratégica como lo hacen 38% de los líderes de empresa que participaron en la encuesta.

Fuente: Perspectivas de la Alta Dirección en México 2017, KPMG.

 

Sin embargo, de acuerdo con el propio estudio, todavía 30% de las organizaciones  enfocan este tema a la medida, es decir, sin un enfoque consistente o herramientas y recursos dedicados. Una perspectiva de esta naturaleza es útil a corto plazo, pero insuficiente para que la organización construya una cultura de innovación, cambio, métricas y presupuestos, sobre todo, con el aval y el impulso de la Alta Dirección.

Innovar, de opción a obligación

Los nuevos modelos de negocio amenazan actualmente a industrias enteras que han dominado los mercados durante décadas. El surgimiento de start-ups u ofertas digitales disruptivas ponen en jaque a las corporaciones, colocándolas ante el reto de responder en lapsos cada vez más cortos. Esta es la razón de que la innovación haya dejado de ser una opción para las empresas para convertirse en una obligación.

Ante un entorno cada vez más competitivo que demanda nuevas alternativas para acercarse a los clientes, la cultura de innovación debe promoverse desde el interior de la compañía como un proceso constante absolutamente necesario, del que depende la supervivencia o desaparición del negocio.

Para adoptarla de forma óptima hay que establecer objetivos, un esquema de gobierno y métricas que revelen el avance en la materia; sin duda, una estrategia de difícil realización pero que derivará en grandes beneficios para quienes estén dispuestos a asumirla como un elemento intrínseco a su estrategia de crecimiento.

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