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“Romper el internet” no es la solución para salvarlo

Romper el internet no es la solución para salvarlo

Por Andrew Sullivan, Presidente y CEO de The Internet Society

En el aniversario del fin de la Primera Guerra Mundial, más de 40 países se unieron por la confianza y la seguridad en el ciberespacio firmando el Llamado de París. La convocatoria que establece una lista de desafíos que el mundo necesita abordar parece prometedora en papel.

Internet Society considera que este tipo de llamados son precisamente los que permiten que internet prospere para convertirse en un espacio abierto, descentralizado y bien distribuido, y aseguran que esta es la única forma en la que debe funcionar.

Las preocupaciones en torno al funcionamiento del internet son reales y apremiantes. La acción unilateral pone en riesgo la seguridad de todos y la acción voluntaria colaborativa es la única salida.

El internet es de todos y debe ser protegido por todos

Los países, las organizaciones y los individuos ahora deben tomar una decisión. Podemos perseguir intereses nacionales o parroquiales, dejando de lado que la conectividad que permite el internet es un motor para el crecimiento y el desarrollo, o bien, podemos olvidar los intereses egoístas y tomar acciones en conjunto para mejorar la seguridad del ciberespacio, reconociendo que nuestra voluntad y la creatividad colectiva deben estar al servicio de todos los seres humanos y así continuar construyendo un internet para todos.

Mucho se ha hablado recientemente de la necesidad de una mayor regulación en línea que bloquee los ataques cibernéticos y las interferencias en las elecciones, y que de protección a la propiedad intelectual. El internet, que alguna vez fue una fuerza para el bien, hoy está siendo subvertido por criminales que deben ser detenidos y son los gobiernos quienes cargan con la responsabilidad de proteger a los usuarios de las amenazas en línea.

Internet conecta a las personas debido a su diseño abierto, distribuido e interoperable. Cada red que se conecta pasa a formar parte de una gran red; juntas, estas pequeñas redes son más ricas, confiables y valiosas. Por necesidad, ganan ese valor sin el requisito de un contrato preexistente. Los intentos por parte de los gobiernos de imponer controles son, precisamente, los que acabarán por romper internet.

¿Por qué trabajar de forma colaborativa?

  • Porque los ataques, como los intentos por obstaculizar el cibercrimen, evolucionan todo el tiempo.
  • Porque los operadores deben aprender nuevos enfoques de seguridad constantemente.
  • Porque los servicios deben estar diseñados para depender lo menos posible de la información de los usuarios y, además, deben estar compartimentados.
  • Porque los gobiernos deben aprender a defender a sus sociedades frente a los ataques asimétricos y adaptativos, renunciando a la ilusión de control.
  • Porque los desarrolladores de sistemas y los estandarizadores deben tratar los desafíos de seguridad urgentes como una oportunidad para una nueva inventiva técnica.
  • Porque los proveedores deben traer esas nuevas invenciones al mercado.
  • Porque los operadores de las plataformas deben proporcionar a sus usuarios las herramientas necesarias para defenderse de los manipuladores, estafadores y atacantes.

 

Todo este trabajo es duro, por ello sólo puede ser realizado por todos aquellos que estén interesados en tener un internet saludable trabajando por todos.

El internet abierto no es una promesa política utópica, sino un hecho técnico que nos ofrece la posibilidad de un sistema confiable hecho por todos y para todos. A menos que queramos abandonar el ciberespacio, necesitamos que nuestras estrategias de ciberseguridad dependan de esa misma diversidad que caracteriza su funcionamiento.

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