Entrevista de Carlos Casteñeda, Director de u-GOB, a Víctor Almonacid, Secretario General del Consell Insular de Ibiza
Jurista y autor valenciano, especializado en administración electrónica, transparencia, Smart City y derecho de las TIC, Víctor Almonacid Lamelas es uno de los principales promotores y expertos de la administración electrónica en España.
Actualmente es Secretario General del Consell Insular de Ibiza, desde donde asumió el reto de impulsar la administración electrónica de la isla, mejorar la organización y el funcionamiento interno de la entidad, así como desarrollar el proyecto Smart Island.
Recibió el Premio CNCE 2017 al Mejor Profesional Público en su difusión y compromiso con la contratación pública electrónica. Fue distinguido con el Premio NovaGob Excelencia 2016 en la modalidad de lucha contra la corrupción por el “Proyecto de transparencia en la contratación pública del Ayuntamiento de Alzira. Licitación electrónica y registro de contratos: cero papel y cero corrupción”.
También ha sido reconocido con el Premio Sociedad de la Información 2015 de la Fundación Socinfo, el Premio al Mejor Proyecto Consolidado de Interoperabilidad 2015 por el CNIS (Congreso Nacional de Innovación y Servidores Públicos) y el Premio al Innovador Público CNIS 2015, entre muchos otros.
Gracias al apoyo de NovaGob, en días recientes pudimos charlar con Victor sobre la Transformación Digital de las organizaciones públicas y su visión de la Agenda Digital. De entrada, le preguntamos qué es esta última y cómo ayuda a la Administración Pública en el entorno tecnológico en el que vivimos.
En palabras de Víctor Almonacid, hay una realidad de la que partimos: la sociedad ya es digital y la Administración va con un poco de retraso. En ese sentido, la Agenda Digital puede definirse como todos aquellos pasos que debe dar la Administración para ponerse a la altura de la sociedad.
Según Almonacid, del mismo modo en que la sociedad va detrás de las empresas, el legislador tiene que ir detrás de la sociedad para ofrecer los mismos servicios públicos que el sector privado lleva años poniendo a su disposición.
“La Agenda Digital no es más que la Transformación Digital de una Administración que, en muchos casos, todavía se encuentra anclada en el siglo XX frente a una sociedad claramente del siglo XXI, con una Administración que aún obliga a hacer colas o guardar turnos para que una persona sea atendida, o a presentar grandes cantidades de documentación en papel. Eso es totalmente anacrónico y es algo que no hace el ciudadano en cualquier otro trámite, por ejemplo, para obtener los boletos de avión en una aerolínea de forma online o con la propia banca electrónica”.
El punto de partida
¿Por dónde debería empezar una Administración Pública para generar una Agenda Digital que sea pertinente a su realidad?
Realmente no es tan importante el método como el tener clara la estrategia y sobre todo la finalidad. El objetivo es convertir a la Administración en algo mucho más moderno, eficaz, eficiente, diligente y ágil, menos burocrático y más transparente. Cada gobierno determina el camino de acuerdo a sus características; no hay una receta mágica para todos.
Además, en todos los países del entorno europeo y también en Latinoamérica se está legislando en cuanto a administración electrónica. Una buena hoja de ruta podría ser simplemente ir cumpliendo la Ley. Por ejemplo, si una Administración no ha hecho nada pero tiene la buena voluntad de cumplir la Ley, puede implantar un portal de transparencia antes que uno de legislación electrónica, ya que las propias leyes, a medida que van saliendo, cronológicamente te imponen la hoja de ruta.
En tu experiencia, ¿cuáles son los mayores retos que se enfrentan en la creación de esta estrategia y en su implementación?
Siempre he dicho que es más importante tener una estrategia que un plan estratégico. Hay muchas Administraciones que están muy preocupadas por elaborar un plan maravilloso de muchas páginas, muy bien redactado, que dé cobertura a todo y que tenga un largo plazo. Esto lo veo en la práctica y mi experiencia me dice que no es tan importante porque al día siguiente podrías tenerlo desactualizado. El paso siguiente lo dan las circunstancias reales como un cambio legal o una determinada problemática que debes enfrentar, pues la gestión pública consiste en resolver problemas.
Estrategia sí que hay que tener, o sea, de dónde venimos, en dónde estamos y a dónde vamos, pero no es tan importante un documento estratégico porque en el momento en que lo tienes, ya sabes que lo vas a cumplir. Creo que hay una parte de improvisación al gestionar lo público. La fórmula sería una buena mezcla entre estrategia e improvisación, tomando en cuenta que nunca vamos a tener todos los cabos atados y que siempre va a haber circunstancias imprevistas (y probablemente imprevisibles), ante lo cual hay que tener reflejos y capacidad de reacción, y sobre todo seguir, pues cuando uno sigue está más cerca de la meta, es decir, no pararse al principio ni en momentos posteriores.
Tu principal recomendación para un gobierno que debe cumplirle a una sociedad que ya es digital, con una Administración Pública que no lo es del todo.
A pesar del margen de improvisación, no puede faltar la formación y la información. Los gobiernos se componen básicamente de dos tipos de personas: políticos y funcionarios. Sabemos que los primeros están de paso, pero son los que de alguna manera mandan, y los segundos son el músculo, son en sí la Administración y desarrollan unas funciones que, de alguna manera, los ponen en una situación de árbitros del sistema.
Ambos, como los propios usuarios que serían la tercera “pata del taburete”, tienen que enfrentarse a los cambios con la máxima información. Si un gobierno implanta los cambios de manera brillante pero no es capaz de explicarlo de puertas hacia dentro (a sus propios funcionarios) y de puertas hacia afuera (hacia los ciudadanos), este proyecto está destinado a fracasar. Por lo tanto, una de las cuestiones que no debe faltar en la estrategia es poner a la persona en valor y tenerla en cuenta desde que se diseña.
La persona al centro de la estrategia
Para Víctor Almonacid, cualquier proceso de cambio o de transformación es hecho por las personas y la tecnología es sólo un instrumento, un medio para alcanzar un fin. Por lo tanto, hay que realizar muchas reuniones participativas en las que todo el mundo tenga opinión. “Un político no puede llegar a decirle lo que tiene que hacer a un funcionario que lleva 30 años en la Administración. Hay que ser muy participativo”.
Está claro que toda estrategia debe cumplir la Ley, acertar con los medios tecnológicos empleados, definir bien los procesos y los procedimientos administrativos, pero hay algo muy importante que no puede obviarse: “Tener en cuenta a las personas en todos los ámbitos posibles que estén implicados; muy formadas, muy informadas y partícipes de las decisiones para que cada una se sienta un poco padre y madre de esos nuevos servicios. Después, es muy importante ser capaces de explicarlos a los usuarios de la Administración, que son los ciudadanos y las empresas”.
“La digitalización de un servicio público tiene sentido si lo convierte en algo mejor (menos burocrático, más rápido, más eficiente, más transparente), no sólo en algo más moderno. Si al final de un proceso de Transformación Digital no nos encontramos con una Administración mejor, es que seguramente no lo hemos implantado bien”.
¿Qué tan importante es este factor del político como impulsor de la Transformación Digital?
Mi lectura es optimista porque hay que tener en cuenta que estamos en 2018 y es más fácil vender el discurso de la relación entre el servicio público y la tecnología hoy que en 2008. Es difícil que un cargo político no empatice con esta realidad. Tendría que ser un caso grave de miopía social al no darse cuenta de que gran parte de la sociedad es digital y otra parte no. La Administración tiene que abrir las dos puertas. No olvidemos que la generación Z ya se relaciona con otras personas y empresas a través del móvil y la tablet, ni siquiera con un ordenador o computadora. Quiero ser optimista y pensar que los políticos no van a dar la espalda a esta realidad.
Además, los gobiernos tienen que cumplir la Ley en países europeos y en América Latina, concretamente en países como México y Chile, el cual tiene una cultura muy desarrollada de la Administración Digital. Sobre todo hay que tener empatía social y saber que una buena parte de la sociedad (que ahora mismo puede ser el 40 o 50%, pero que en pocos años será el 80 o 90%) evidentemente no espera otra cosa de la Administración y ésta puede perder legitimidad y su razón de ser.
Si no queremos desaparecer, hay que ser aquello que le resulta útil a la ciudadanía, a diferencia del siglo XX donde el ciudadano era un sujeto pasivo (casi un súbdito) de ese poder exorbitante de la Administración. Ahora se ha invertido la ecuación y la Administración debe estar al servicio del ciudadano. Para ello es imprescindible transformarse digitalmente. La Administración debe estar donde está la gente.