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Elementos fundamentales para cubrir las vacantes del Sistema Nacional Anticorrupción

Hace semanas que escribo algunas reflexiones y propuestas muy puntuales sobre lo que considero deben tener algunos candidatos a puestos del Sistema Nacional Anticorrupción (SNA). Es un texto amplio que ya compartiré con ustedes, pero del que se desprenden elementos fundamentales que es bueno adelantar ahora.

El trabajo es arduo, ya que hay configurar nuevos perfiles y procesos de atracción, sin embargo, sugiero que es de vital importancia poner mayor énfasis en los aspectos personales de los candidatos, que en aspectos técnicos alrededor de los mismos, como hasta ahora se ha hecho.

Existen a mi parecer 4 aspectos fundamentales que deben exponerse, investigarse y analizarse detenidamente antes de elegir a algún aspirante, estos son:

  1. Profundo sentido ético,
  2. Total Independencia,
  3. Intereses concordantes, y
  4. Dominio de la función Directiva.

A continuación describo cada uno de estos:

Profundo sentido ético

La ética es un tema que a pesar de ser fundamental ha quedado relegado de los procesos de selección actuales, no sabemos si por el complejo entendimiento del mismo, las dificultades en su medición o el temor a restringir las posibilidades de elección actual; sean unas u otras las razones, no se pude pensar más en un esquema de elección que no contemple este aspecto.

La ética debe ser la columna vertebral y el elemento fundamental para la atracción de las personas que requiere el SNA. La ética evoca a la naturaleza de la propia persona y la configuración de la misma como ser humano; involucra lo que piensa, lo que actúa, lo que dice de sí misma y de los demás, así como la escala de valores que forma parte de su ser.

La ética no es algo que se aprenda, es algo que se es. Una persona cuya constitución es ética, no vive dilemas éticos, porque su actuar es consistente con valores aceptables universalmente. No hay debate porque su elección es sobre el beneficio colectivo, no dañar a otros y mantener el interés común por sobre intereses particulares.  

Pensar en mantener procesos de reclutamiento que no tomen en cuenta este aspecto es seguir atrayendo más de lo mismo, personas tal vez técnicamente capaces pero cuyo actuar pueda desviarse del fin principal, poniendo en juego la credibilidad de todo el sistema.

Total Independencia

Es evidente que cuando se tienen vínculos profesionales (principalmente cuando se ha sido subordinado), sociales, o incluso familiares o efectivos con los responsables de las organizaciones burocráticas o con sus equipos de trabajo se compromete la acción fiscalizadora. Esto también sucede cuando la persona ha llegado a un puesto como resultado de la recomendación de un tercero cuyos intereses también se encuentran vinculados con las organizaciones gubernamentales o cuando se tiene una afiliación política, empresarial o social.

Para mantener la independencia se requieren personajes que sean elegidos por sus méritos personales y cuya autoridad moral, intelectual y profesional les permita interactuar con el más alto nivel de las organizaciones en una situación de igualdad de poder. Para ello, es necesario contar con personas revestidas de facultad, autoridad y experiencia, con capacidad real para ejercer la función, con personalidad y madurez para el puesto, que los coloque como interlocutores válidos que puedan  llegar hasta las últimas consecuencias, evitando que sean cooptados a causa de un carácter y temple profesional disminuido.  

Intereses concordantes

Es una historia repetida en las organizaciones públicas la existencia de personas que constantemente se oponen, abierta o veladamente, a los fines deseados; en los peores casos éstas no sólo se oponen, sino que ejercen acciones y dinámicas discordantes que impiden el avance en los objetivos.

Contar con las personas con los mismos intereses evita recurrentes discusiones sobre los objetivos a alcanzar y lo mecanismos a seguir. No se trata de buscar un ejército de hombres sin voluntad, sino todo lo contrario, con mucha voluntad y convicción de llegar a los objetivos trascendentes de la organización.  

En el caso del SNA, será preciso contar con personas que compartan desde las entrañas el profundo deseo de prevenir, detectar y sancionar la corrupción y no con personas con intereses diferentes a estos objetivos que contaminen este fin fundamental.

Dominio de la función Directiva

A pesar de que este es un aspecto que se intuye conocido, existen a veces serias confusiones al respecto. En ocasiones se suele confundir a un director con alguien que “hace cosas”, es más “que las hace rápido”, este sería en su caso un operativo de alto nivel, tal vez efectivo sí, pero un operativo no un directivo.

Las cualidades del director van más allá de la propia acción. Los verdaderos directivos son personas que guían a sus equipos de trabajo a la generación autoconvencida de los resultados, construyendo así  organizaciones sustentables en donde se respeta la condición humana y la dignidad inseparable que esta tiene.

Contrario a lo anterior, son aquellos supuestos directivos que hacen cosas destacadas a un costo organizacional muy alto, principalmente a costa de las personas. Este tipo de liderazgo suele ser autoritario y de corto plazo. Si es que el SNA va tener el aliento que todos esperamos, se necesitan instituciones construidas con una visión de largo alcance y fortaleza futura.

Si bien es necesario hacer un aterrizaje más puntual de los elementos  anteriores, así como de las herramientas y mecanismos para medirlos (cosa que ya he mencionado, compartiré pronto), lo importante es plantearse si los procesos que se están realizando hoy, toman en cuenta estos aspectos, de no ser así, vale pensar en aquella frase atribuible a Albert Einstein que sugiere que no hay mayor signo de locura que esperar tener resultados distintos haciendo una y otra vez las mismas acciones.

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