Después de meses de discusiones, advertencias y potenciales amenazas, el Consejo de Seguridad Nacional de Reino Unido se pronunció acerca del involucramiento de la empresa china, Huawei, en el desarrollo de redes de comunicaciones de 5G en aquella nación.
Esta decisión que nació de una preocupación y prohibición estadounidense da luz verde a la continuidad de operaciones de la empresa China en el suministro de equipamiento y componentes de infraestructura para los proveedores de telecomunicaciones en Reino Unido. Esto, a pesar de que el gobierno de Trump advirtiera sobre los supuestos riesgos a la seguridad y soberanía nacional.
El gobierno británico definió algunas limitaciones aplicables al fabricante: no podrá participar en elementos críticos de red ni de seguridad, tampoco podrá tener presencia geográfica en bases militares y sitios nucleares, ni superar una participación de más de 35% en el mercado de infraestructura de acceso.
Guerra comercial y choque de naciones
Tanto gobiernos (británico, alemán y otros) como voces de la industria (mismas empresas estadounidenses y europeas) e, incluso, áreas del gobierno de Estados Unidos, han advertido de los costos que una guerra comercial entre EE.UU. y China causaría al ecosistema económico y social del mundo.
Argumentan que, potencialmente, se provocarían frenos a la compartición de inteligencia entre los países pertenecientes al grupo de los denominados “Cinco Ojos” (Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda) que opten por permitir la adquisición de componentes de red de empresas chinas.
Los esfuerzos de Estados Unidos para que ese bloque de países y algunos otros de Occidente prohiban la operación de Huawei en sus territorios luce infructuoso. Únicamente Australia se ha alineado al bloqueo comercial estadounidense y se espera que, tras la decisión del gobierno británico, la Unión Europea se pronuncie en una dirección similar.
Desacuerdos entre instituciones de EE.UU.
La presión de bloqueo de la empresa china no sólo ha provocado diferencias entre países, sino también entre instituciones del gobierno estadounidense.
El departamento de Defensa ha externado preocupación por el impacto que podría tener la prohibición comercial de tecnología china. Ha expresado que las empresas estadounidenses que no podrán continuar comerciando con empresas como Huawei perderán una fuente clave de ingresos, al mismo tiempo que se les privará de financiamiento para investigación y desarrollo suficientes para competir por una ventaja tecnológica.
Para la definición de las reglas específicas que aplicarán en el comercio y desarrollo de redes de 5G con componentes de empresas de origen chino se requiere de la aprobación de los Departamentos de Estado, Defensa, del Tesoro y Energía y no sólo del Departamento de Comercio, quien impuso el veto inicial en mayo de 2019.
Así, vemos ya también un conflicto interno entre entidades de la administración de Trump.
La evidencia en conjunto revela que no sólo se trata de un conflicto de una nación o bloque de naciones en contra de una empresa de origen chino, sino que ya ha trascendido a los lazos de colaboración entre naciones y ha provocado oposiciones al interior de los gobiernos.
Un continuado conflicto geopolítico de este tipo no sólo traería consigo un retraso en el despliegue de 5G, sino que, muy probablemente, resultaría en una recesión mundial. Por ello, esta crisis geopolítica desde el ámbito de las TIC no es un tema menor.