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Mujeres, teletrabajo y su impacto en el sector público
Mujeres, teletrabajo y su impacto en el sector público

Mujeres, teletrabajo y su impacto en el sector público

La llegada del teletrabajo forzoso por la crisis del COVID-19 hizo que las administraciones y los empleados y empleadas públicas se tuvieran que adaptar rápidamente. Desde la Asociación de Mujeres en el Sector Público nos preguntábamos qué consecuencias iba a tener esto, especialmente para las mujeres, tanto en la esfera personal como en la profesional. ¿Es positivo porque favorece la conciliación? ¿Aumenta las cargas de las mujeres? ¿Tiene impacto en la carrera profesional?

Decidimos, pues, realizar una encuesta que aportara datos para el debate, recogiendo en sólo una semana 1,134 respuestas.

Las respuestas se clasificaron en tres posibles categorías de estructura del hogar:

  1. Familias en las que conviven los dos progenitores con sus hijos/as
  2. Personas que conviven sólo con sus hijos/as
  3. Personas sin hijos/as solas como pareja

Esta clasificación ha permitido descubrir que el tener hijos o no es el aspecto más relevante en la valoración de los diferentes aspectos y, en el caso de tenerlos, también el género. Sin embargo, las diferencias por género en el caso de personas sin hijos son menores. 

Labores domésticas, hijos y trabajo

Así pues, las personas con hijos asumen más cargas añadidas. Si nos fijamos en los efectos que tenido en el hogar, hombres y mujeres tienen una percepción desigual sobre el reparto de tareas. El 46.7% del total manifiesta que se están ocupando los dos miembros por igual de las tareas domésticas, porcentaje que sube cuando contestan los hombres. En cambio, el 44.7% de las mujeres manifiesta que se están ocupando sobre todo ellas y el 34.6% de las mujeres con hijos manifiestan que se ocupan mayoritariamente de ayudarles con el teleaprendizaje. 

Las manifestaciones se ven confirmadas por el número de horas dedicadas; las mujeres tienen más carga tanto en las tareas domésticas como, en caso de tener hijos, con el tiempo que dedican a ayudarles. Además, el 28.9% de las mujeres con hijos que conviven con el otro progenitor han tenido que renunciar a horas de sueño. 

Si nos fijamos en la carga mental, el porcentaje de mujeres que considera que la carga mental ha recaído mayoritariamente en ellas es del 61%, frente a un 41.5% de hombres encuestados. 

Mención especial merecen las familias monomarentales, donde se observa un aumento de la carga mental más significativo; el 36% considera que ha aumentado bastante o mucho. Es también mayor el porcentaje que ha tenido que renunciar a horas de atención a la familia y el 30.6% ha tenido que renunciar a horas de sueño.

Por otro lado, para la mayoría de las personas encuestadas, las tareas domésticas no suponen una distracción a la hora de realizar su trabajo (es decir, el 88%, que sube a 91% en el caso de personas sin hijos) y las horas de trabajo no se han visto afectadas de manera mayoritaria. 

Cifras a considerar

En cuanto a los efectos sobre el trabajo, también se observan diferencias por situaciones familiares, penalizando sobre todo a las mujeres.

Las personas sin hijos tienen más facilidad de organización con el teletrabajo y menos problemas de concentración. Sin embargo, si se pregunta cómo ha afectado al trabajo propio, también se observa diferencia por género, considerándolo positivo en mayor medida los hombres (38% bastante o muy de acuerdo) que las mujeres (34.3%).

En lo que se refiere a la valoración del teletrabajo, el 53% de las personas encuestadas considera que la implantación de éste beneficiaría a hombres y mujeres por igual. Se produce una excepción en el caso de las familias monomarentales, donde el 50.6% no está nada de acuerdo con que ambos sexos se beneficien por igual.

De cualquier forma, pese a algunas dificultades el teletrabajo ha tenido en general una muy buena acogida entre todos los perfiles y el 48% está bastante o muy de acuerdo con que le gustaría poder seguir teletrabajando en el futuro. No obstante, son los perfiles que han asumido menos externalidades negativas los que lo valoran mejor. El porcentaje es del 59% en hombres y 47.3% en mujeres, y también es mayor entre las personas sin hijos (51.15%), mientras que tiene una valoración más negativa en las familias monomarentales.

Es por lo anterior que, a la hora de regular el trabajo de cara al futuro, es necesario tener en cuenta estos elementos de manera que no suponga una carga adicional para algunas personas y que el teletrabajo pueda ser un elemento que contribuya a la eficiencia y la igualdad, y no al contrario.

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