Si por algo se ha caracterizado la política mundial del año en curso ha sido, sin duda, por el conflicto entre Donald Trump y Emmanuel Macron, una disputa que inició luego de que el mandatario francés anunciara que era momento de cobrar impuestos a los gigantes tecnológicos como Google, Facebook y Amazon.
Ante esto, el presidente de los Estados Unidos prometió arremeter contra la medida advertida. Estaba listo para dar una respuesta rápida y sustancial “a la estupidez de Macron”, como Trump declaró, y además insinuó gravar el vino francés.
Macron, de cualquier forma, decidió seguir con el plan y anunció la aplicación de un impuesto del 3% sobre los ingresos generados por estas compañías, afectando particularmente a aquellas que ganan al menos 834 millones de dólares al año (750 millones de euros) o a aquellas que han ganado en Francia más de 27 millones de dólares (25 millones de euros) con actividades digitales como la publicidad.
La ley que respalda dicha acción entró en vigor el 1 de enero de 2019 y apuntó a una treintena de empresas, en su mayoría estadounidenses, así como chinas, alemanas, británicas e incluso francesas, que se benefician de servicios digitales ofrecidos a los usuarios franceses.
El conflicto permaneció latente hasta la 45a. Reunión del G7, celebrada en Biarritz, Francia, del 24 al 26 de agosto de este año.
Los acuerdos del G7
En intensas negociaciones, los responsables de Economía franceses y estadounidenses han llegado a un compromiso sobre el controvertido impuesto a las plataformas digitales.
El acuerdo, que recibió el visto bueno de los presidentes Emmanuel Macron y Donald Trump durante la Reunión del G7, implica que Francia reembolsará a las empresas afectadas la diferencia entre la tasa francesa, que se aplica retroactivamente desde los primeros días del año, y el nuevo sistema de tasación internacional que está preparando la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) para gravar a estas compañías que hacen multimillonarios negocios en países en los que no están físicamente presentes.
Por otro lado, el gobierno francés nunca ha ocultado su preferencia por lograr un acuerdo internacional y desde el primer momento se mostró dispuesto a retirar su impuesto en cuanto se lograra un pacto global.
Así lo confirmó Macron en Biarritz. “Lo digo claramente: el día que tengamos una fiscalidad internacional, Francia suprimirá su tasa”. Según aseguró, “Francia no quiere imponer esta tasa, sino arreglar un problema internacional. Y hemos trabajado juntos para encontrar un acuerdo que permita en 2020 modernizar las reglas de la fiscalidad internacional en el marco de la OCDE”.
El mandato del G7 es que la OCDE presente a comienzos del año que viene una “arquitectura” de reglas que puedan adoptar todos los Estados para regular y tasar a las tecnológicas. Según ha confirmado el organismo, la propuesta podría estar lista a mediados de octubre.
El acuerdo ha sido negociado en intensas reuniones del Ministro de Economía francés, Bruno Le Maire, y una delegación estadounidense compuesta por el secretario del Tesoro norteamericano, Steven Mnuchin; el secretario de Comercio, Robert Lighthizer; y el asesor económico de la Casa Blanca, Larry Kudlow, quienes celebraron varios encuentros en los márgenes de Biarritz.
Finalmente, Macron ya dio visos de que las dos partes se acercaban a un acuerdo cuando reconoció que la tasa francesa era “muy imperfecta” y que era “mucho más inteligente tener una fiscalización internacional”.
Con información de RT, El País y El Economista