El teletrabajo nace a mediados de la década de 1970, en plena crisis petrolera, buscando una solución para reducir el consumo de combustible producido en los traslados del hogar al trabajo. Sin embargo, hasta el surgimiento del internet y las computadoras personales se impulsa su implementación en países como Estados Unidos e Inglaterra.
Algunos de los beneficios potenciales que brinda esta modalidad de trabajo para las organización son la reducción de costos a nivel de infraestructura y una facilidad para la expansión geográfica. Además, los beneficios para los profesionales se traducen en una reducción de gastos, más tiempo para el ocio y una mejora para la conciliación familiar.
A pesar de todo, existen algunos riesgos, como el aumento del estrés y el aislamiento y la excesiva y desmedida carga de trabajo, así como el incremento en los gastos personales, causados por la necesidad de conectarse a internet y utilizar la instalación eléctrica en casa.
Antes del nuevo coronavirus, México se ubicaba en el segundo lugar en Latinoamérica con 2.6 millones de empleados trabajando desde casa. Hoy, después de la cuarentena, las empresas tecnológicas pueden ser pioneras en el teletrabajo. Por ejemplo, Mark Zuckerberg, creador de Facebook, anunció que casi la mitad de su personal podría trabajar en casa de manera permanente en unos diez años. De esta forma, diversas organizaciones a lo largo y ancho del mundo decidieron trabajar en línea de manera temporal, lo que lleva a plantearnos algunos cuestionamientos.
¿Es el home office una oportunidad factible para que evolucionen las organizaciones? ¿Cuáles son los efectos del teletrabajo en las personas y en las organizaciones? ¿Cuál es la situación en México con respecto al trabajo a distancia? ¿Existen las condiciones para implementar el teletrabajo?
Las cifras del teletrabajo
Para contestar algunas de estas interrogantes, realicé un estudio exploratorio aplicado a 120 profesionales que residen en la Ciudad de México y el Estado de México, con edades entre 22 y 62 años.
En primer lugar, se encontró que 25% de los trabajadores tuvieron que comprar un equipo de cómputo, 76% aumentó su consumo de energía eléctrica y 36% incrementó sus gastos de consumo de internet. Sin embargo, 74% de los participantes no tuvo que desplazarse a su lugar de trabajo y 90% redujo sus gastos de transporte, lo que generó beneficios en su bolsillo.
Por otro lado, se halló que 85% tenía facilidad para trabajar en línea, 62% aceptó incrementar su productividad en la modalidad virtual, 52% aumentó su satisfacción laboral y 78% aceptó tener más tiempo para estar con su familia. Además, 31% de los encuestados tuvo una reducción de ingresos, 27% tuvo reducción de horas de trabajo, 69% tuvo horarios flexibles, 48% no podía desconectarse del trabajo fuera de su horario habitual, 55% trabajaban más de manera presencial y 39% no tenía facilidad para realizar trabajo colaborativo a distancia.
Particularmente, estos resultados pueden entenderse por cuatro causas principales:
- La crisis generada por la pandemia
- Falta de organización, tanto de los empleados como de los supervisores
- Dificultad para desconectarse
- Explotación laboral
En quinto lugar, y relacionado con los efectos a la salud, sólo el 17% de los participantes aceptó tener problemas con su familia a causa del home office, 38% se sintió agotado, 33% asilado y 49% se estresó. A pesar de ello, 60% de los profesionales consideró que su calidad de vida mejoró, debido a que se encontraban en casa, con su familia y pudiendo dedicarse a actividades que antes no podía realizar.
Con respecto a la adecuación del lugar de trabajo, 60% declaró tener distracciones durante su jornada laboral, 24% compartía una computadora y 10% no tenía equipo de cómputo en buenas condiciones. Esta situación es, posiblemente, una de las causas de estrés y problemas familiares, además de que puede resultar en la falta de productividad y eficiencia.
Finalmente, 68% de los encuestados aceptó que ya conocía el teletrabajo y 44% ya lo realizaba antes de la cuarentena, aunque sea de forma parcial. Por otra parte, de los hallazgos más relevantes, después de cuatro meses de comenzado el confinamiento, se halló que, en México, 85% de los profesionales acepta que puede realizar su trabajo en cualquier lugar, sin necesidad de ir a la oficina, y un 79% prefiere seguir en la modalidad a distancia.
Retos para el presente
Lo que salta a la vista en este estudio preliminar es que el COVID-19 dio la oportunidad de experimentar de forma masiva con el fenómeno del teletrabajo. Será importante realizar un análisis exhaustivo para que las organizaciones tomen la mejor decisión cuando termine el confinamiento, pues gran parte de los profesionales se siente como pez en el agua haciendo home office. Así pues, existen grandes retos y oportunidades en cuestiones organizacionales, estratégicas, de productividad y competitividad.
En conclusión, el capital humano e intelectual, con una gran proporción de nativos digitales, está dispuesto a realizar el cambio y las organizaciones tienen la oportunidad de evolucionar hacia las operaciones completamente en línea, que en un futuro no muy lejano serán potenciadas por tecnologías emergentes como la 6G, el Internet de las Cosas y la Inteligencia Artificial. ¿Será que la pandemia y el confinamiento nos dieron la oportunidad de comenzar?