Hace una década se construyó un esfuerzo, que ha continuado hasta la fecha, de contar en el país con una Agenda o Estrategia Digital en busca del acceso y beneficio del cúmulo de aplicaciones de productividad, comunicación, educación y entretenimiento, pero para todos los mexicanos.
Posteriormente, se convirtió en consigna constitucional: el derecho universal a la conectividad. Sin embargo, todos estos objetivos no han sido alcanzados aún.
Conectividad fija
La pandemia del COVID-19 corrobora esa necesidad integral y exhibe la persistente brecha de conectividad. Aquellos que a la fecha carecen de conectividad integral fija encuentran fracturada su operación social, productiva, cultural, informativa y de entretenimiento, así como la educativa.
Son precisamente los estudiantes desconectados quienes no podrán dar continuidad a sus estudios de manera remota desde el hogar y lo equivalente para las escuelas que aún no constituyen un nodo de la conectividad.
Son, ambos, nodos fuera de una red.
De acuerdo con el INEGI, 43.6% de los hogares quedarán privados de acceder a aplicaciones de teleeducación y teletrabajo, que han sido prescritas como medida para contener la propagación del coronavirus.
La falta de acceso a conectividad es multifactorial, pero su principal causal es de poder adquisitivo. Así, 50.7% de los hogares con computadora no cuentan con conexión a internet.
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Conectividad móvil
Ciertamente la conectividad móvil se ha masificado en mayor proporción, tal que siete de cada diez habitantes tienen y usan la banda ancha móvil.
Los 111.0 millones de smartphones en operación representan 89.4% de las líneas móviles en operación. No obstante, estos dispositivos, que tanto nos gustan, no permiten un aprovechamiento cabal de actividades, tales como la realización de tareas, lectura de textos extensos, redacción de documentos ni de proyectos de investigación.
Así también, las capacidades y límites de descarga móvil no soportan plenamente el uso de aplicaciones de teleeducación y teletrabajo.
En efecto, contar con conectividad y dispositivos móviles es infinitamente mejor que carecer de ellos, pero sobre todo los usamos para navegación móvil, redes sociales, noticias, mensajería instantánea, entre otros.
El internet móvil no es un sustituto perfecto, por el mucho mayor costo de sus planes de datos y por sus velocidades actuales en el país. Es entonces la conectividad fija la que nos potencia el pleno aprovechamiento e interacción remotos.
Entre otras lecciones que estamos aprendiendo minuto a minuto en la actual crisis de salud pública, es la importancia de la disponibilidad y capacidad de las redes fijas, así como de contar con esa conectividad en todos los hogares.
Los esfuerzos coordinados de autoridades educativas, docentes, familias y estudiantes, en los 105 países en los que se ha tomado la decisión de cerrar instituciones educativas en todos los niveles, dependen de esta vía de acceso a internet para solventar operativamente el ciclo escolar de aproximadamente 900 millones de niños y jóvenes alrededor del mundo.
De ahí la importancia de continuar y acelerar los esfuerzos para cumplir con el mandato constitucional y hacer disponible la conectividad entre la población mexicana. Todo para poder transcurrir estos tiempos de crisis, así como en aquellos normales en los que aspiramos a una verdadera educación del siglo XXI.
Como en todos estos procesos, se requieren los esfuerzos coordinados de la industria, gobierno, academia y sociedad en su conjunto. Todos necesitamos plena accesibilidad y asequibilidad de la conectividad, pero hoy más que siempre, en tiempos del coronavirus.