Autores: Pilar Conesa y Cristina Garrido
La urbanización es un fenómeno global. A lo largo del s.XX y especialmente en las últimas seis décadas, la población mundial se ha ido concentrando progresivamente en los núcleos urbanos. Según las previsiones de Naciones Unidas, en cuarenta años la población urbana mundial se doblará, pasando de 3.400 millones en 2009 a 6.400 en 2050[1]. Este fenómeno toma incluso más importancia en países en vías de desarrollo. Especialmente en América Latina, donde se están produciendo grandes migraciones de las zonas rurales a las urbanas y se prevé que, ese mismo año, casi un 80% de la población del continente vivirá en ciudades[2]. En definitiva, las ciudades han adquirido un papel fundamental en la realidad global contemporánea y concentran una grandísima carga social, política y económica. Como ya auguraba Wellington E. Webb (primer Alcalde afroamericano de Denver, y Presidente de la United States Conference of Mayors en 1999-2000), si el siglo XIX fue el siglo de los imperios, y el siglo XX el siglo de los estados nación, el siglo XXI será el siglo de las ciudades.[3]
Aunque la urbanización es un fenómeno de gran trascendencia y genera beneficios de muchos tipos –como diversidad cultural, creatividad, innovación, networking, nuevas oportunidades de negocio, inspiración, colaboración, y un largo etc.-, este también trae consigo lo mayores retos del siglo XXI. En un contexto de globalización, las ciudades actuales y sobretodo las futuras se enfrentan a grandes retos de sostenibilidad a todos los niveles. Sostenibilidad ambiental, con retos energéticos y de cambio climático; sostenibilidad social, con mayor necesidad de servicios sociales, vivienda asequible y equidad social; obsolescencia de infraestructuras; movilidad sostenible; y por supuesto la sostenibilidad económica, es decir, viabilidad económica de la ciudad y la creación de ocupación y riqueza.
En los últimos diez años, el concepto de Smart City ha surgido como un paraguas bajo el que englobar una serie de estrategias que proponen soluciones a las problemáticas urbanas en sus diferentes ámbitos. Desde su creación y durante su desarrollo, sin embargo, este término ha estado relacionado notablemente con las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC), y hoy este enfoque debe cambiar. Aunque gracias a la tecnología se han producido innovaciones disruptivas en la sociedad -como las redes sociales o el Internet de las cosas-, la tecnología no es un fin, sino un medio para innovar y mejorar. Hoy, debemos focalizar la Smart City en el servicio a las personas, pues son las personas, sus necesidades, sus hábitos y sus culturas, el verdadero motor y alma de las ciudades.
Este nuevo giro de la Smart City no debe ser únicamente conceptual, sino también metodológico. El desarrollo de la ciudad inteligente debe plantearse desde su inicio de forma colaborativa, e implicar a todos los actores de la ciudad, lo que se denomina “Co-City”. Si es cierto que las soluciones tecnológicas son una buena herramienta para acelerar procesos de desarrollo y eficiencia en las urbes, esto no es suficiente. En los últimos años han surgido nuevas herramientas basadas en la inteligencia colectiva que se apoyan en los procesos sociales relacionales y colaborativos. El código abierto, la innovación social, el prosumo[4] serían algunos ejemplos. Nuevos métodos que deben tenerse en cuenta en proceso de hacer las ciudades más inteligentes. Y es que en el siglo XXI, la ciudadanía está teniendo cada vez un rol más activo en los cambios de modelos y transformaciones urbanas.
Hoy existen ya un gran número de expertos que están desarrollando ideas y proyectos que ponen a las personas en el centro del desarrollo sostenible de las ciudades: Gil Peñalosa, Fundador de 8 80 Cities, quien defiende la movilidad peatonal; Boyd Cohen, experto en estrategia urbana y cambio climático, quien dice que la Smart City 3.0 es aquella formada por la citizen co-creation[5]; Antonin Leonard y Benjamin Tincq, co-fundadores del proyecto Oui Share[6] basado en la economía colaborativa; o Neal Gorenflo y su plataforma Shareable[7] que potencia compartir bienes y recursos impulsando el Sharing Cities Network[8] entre otros proyectos, al que ya se han unido muchas ciudades a nivel internacional, como Amsterdam, Seoul, o Bologna[9].
También se están desarrollando proyectos que introducen lo humano dentro del terreno de las Smart Cities, como por ejemplo, Engage Rotterdam[10], quienes organizaron el evento Humanizing the Smart City el pasado mayo de 2015; o el blog Ciudades a Escala Humana[11], de Manu Fernández, que aglutina un gran número de ensayos y artículos interesantes sobre esta temática.
Las ciudades, por su parte, también están implementando proyectos en esta dirección. En Latinoamérica tenemos ejemplos como el de Medellín (Colombia), que ha pasado de ser considerada una de las ciudades más peligrosas del mundo, a convertirse en un ejemplo de ciudad con un gran desarrollo social y económico. Esto lo ha conseguido a través de su Plan de Ordenamiento Territorial (POT) [12], el cual ha incluido intervenciones urbanísticas y construcción de infraestructuras, junto a procesos de participación ciudadana. Otro ejemplo de ello es la ciudad de Puebla (México), la cual está desarrollando Smart Puebla[13], un plan estratégico centrado en la inclusión y la equidad social, los grandes retos tanto de México como de América Latina.
En Europa existen también múltiples ejemplos de esta nueva perspectiva, como el caso de Bristol, que ha sido recientemente elegida European Green Capital de 2015[14] por su labor para convertirse en la ciudad más habitable del Reino Unido. O el caso de ciudades medianas como L’Hospitalet de Llobregat (parte de la Barcelona Metropolitana), que en los últimos años está llevando a cabo la iniciativa Smart Social District[15], que tiene como objetivo desarrollar proyectos Smart para mejorar la calidad de vida de sus habitantes, impulsando iniciativas de innovación social.
En definitiva, las Tecnologías de la Información y la Comunicación son una herramienta altamente útil en el proceso de hacer las ciudades más inteligentes, eficientes y sostenibles. Además, estas están cambiando de forma disruptiva nuestros modelos relacionales. Sin embargo, la tecnología no debe ser la finalidad de la Smart City, sino una herramienta que, junto a otras, ayude a las urbes a conseguir lo que realmente importa: ciudades con mejor calidad de vida para las personas.
DESTACADO
El término Smart City ha estado muy vinculado al ámbito de lo tecnológico, sin embargo, hoy este debe centrarse en el servicio a las personas, no sólo a través de la innovación tecnológica, sino también a través de la innovación social y la inteligencia colectiva.
[1] United Nations, Department of Economic and Social Affairs. World Urbanization Prospects, 2014 Revision. Fuente online: http://esa.un.org/unpd/wup/Highlights/WUP2014-Highlights.pdf. (visitada por última vez 16 de septiembre de 2015).
[2] Ibid.
[3] Webb, Wellington (1999). United States Mayor Conference 1999-2000. Conferencia de Apertura. Fuente online: http://www.usmayors.org/pressreleases/documents/webb_lyon.pdf (visitada por última vez 15 de septiembre de 2015).
[4] Creado a partir de las palabras producción y consumo, el prosumo es un proceso en el que los habitantes no son únicamente consumidores de servicios, sino que también son productores de los mismos.
[5] Cohen, Boyd (2015). The Three Generations of Smart Cities. Fuente online: http://www.fastcoexist.com/3047795/the-3-generations-of-smart-cities (visitada la última vez 16 de septiembre de 2015)
[8] www.shareable.net/sharing-cities
[9] Donde los próximos 6 y 7 de noviembre de 2015 la IASC, International Association for the Study of the Commons, , celebrará su conferencia temática sobre los Urban Commons (www.iasc-commons.org).
[10] www.engagerotterdam.com/smart-city
[11] www.ciudadesaescalahumana.org
[12] www.medellin.gov.co/irj/portal/ciudadanos?NavigationTarget=navurl://474b42d2a001a412ed3117d306a43135 (Visitada la última vez 16 de septiembre de 2015)
[14] www.bristolgreencapital.org
[15] Ajuntament de l’Hospitalet (2013) Informe L’H ON. L’Hospitalet, una ciudad con mucho futuro Pág 30. Fuente online: http://www.lh-on.cat/pdfs/LHON-2013-ES.pdf (visitada por última vez 16 de septiembre de 2015).
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