La propuesta sobre redes de comunicaciones electrónicas aprobada ayer por el Parlamento Europeo es una de las peores noticia que los ciudadanos europeos podríamos tener. Significa, en primer lugar, que nuestro parlamento no legisla a favor de los ciudadanos que lo eligen y de sus intereses, sino en función de lo que le dice o escribe directamente un lobby empresarial, el de las telecomunicaciones, dispuesto a maximizar sus beneficios por encima de todas las cosas. Significa que Europa va a experimentar un enorme retraso en todo lo referente a innovación y desarrollo en el futuro, porque jamás va a tener sentido para ningún emprendedor tecnológico lanzarse a desarrollar una idea en un entorno en el que todas sus posibilidades están lastradas por un campo de juego completamente inclinado a favor de las operadoras, que podrán tranquilamente ralentizar el tráfico que genere, privilegiar alternativas competidoras, crear sus propios servicios con extra de velocidad o incluso ofrecer servicios como el suyo pero cuya conectividad no cueste nada. Un entorno competitivo absurdo, que coarta las posibilidades de desarrollo de toda aquella iniciativa que dependa de las comunicaciones – lo que significa, en la práctica, toda iniciativa.
En una auténtica maniobra de partida de ajedrez, el lobby de las telecomunicaciones sacrificó el ya defenestrado y amortizado roaming para colar en la misma propuesta que le pone fin (en el 2017, no creas que va a ocurrir mañana), un texto que les permitirá en el futuro hacer lo que buenamente les venga en gana con internet: priorizar tráfico en función de su origen o de sus características, establecer servicios prioritarios, facilitar servicios con conectividad gratuita en función de acuerdos comerciales, o perjudicar intencionadamente las transmisiones de determinados servicios en función de la posibilidad de una congestión. Todo ello, sin mecanismos de control que definan o establezcan nada, dejándolo simplemente a la voluntad del regulador local o de las propias compañías. Queridos lobos, aquí tenéis el gallinero para que lo cuidéis.
La escena es de película cómica: diputados congratulándose “por haber protegido la neutralidad de la red” cuando han tumbado una por una todas las enmiendas que podían realmente haberla protegido, y lo que han hecho es condenarla, ajusticiarla en el patíbulo, y entregar a las empresas de telecomunicaciones su cabeza. Dentro de algunos años, nos sorprenderemos de que toda la innovación y todas las nuevas empresas tecnológicas nazcan al otro lado del Atlántico, y algunos aún se preguntarán el porqué… la culpa será, de manera prácticamente exclusiva, de los eurodiputados que ayer votaron esa propuesta. Mientras el gobierno norteamericano protege la neutralidad de la red con una legislación fuerte e inequívoca, en Europa preferimos favorecer al lobby de las telecomunicaciones para que puedan tener más beneficios a costa de la innovación y de hipotecar nuestro futuro. Como legislación, es de lo más irresponsable que he visto en mucho tiempo.
Publicado originalmente en el sitio de Enrique Dans.