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La planificación, como la conocemos, ha muerto

La temática del Red Hat Forum de este año es “El impacto del individuo”, centrándose en el papel preponderante que juegan las personas para impulsar la innovación. Cuando hablo del impacto del individuo, no me refiero a las personas que actúan por sí solas, sino más bien al poder que se genera cuando las personas participan y se involucran en el proceso de manera activa. Se necesitan individuos dinámicos que afronten los desafíos y generen una innovación disruptiva.

Es verdad que existen algunos individuos excepcionales capaces de lograr avances por su cuenta, pero la principal fuente de innovación que está cambiando el mundo proviene del trabajo conjunto de un grupo de personas. Ya se trate del ámbito de los negocios, el académico o de la investigación, las megatendencias son el fruto de la labor conjunta de diferentes personas.

¿Por qué la participación es tan importante y poderosa? A fin de cuentas, la forma en que las personas se organicen para generar innovación determina en gran medida el resultado. Sin embargo, lo que se observa es que la mayoría de las empresas aún encaran la innovación del mismo modo que lo hacía hace 150 años. El problema radica en que a menudo aplicamos los mismos principios que se utilizan para optimizar una planta de producción, para impulsar la innovación, lo que habitualmente consiste en un modelo de tres pasos: planear, disponer y ejecutar. Alguien de la alta gerencia define el rumbo y luego dispone cuáles son las actividades que se espera que realicen los miembros de la organización para cumplir el objetivo. Elaboran un proyecto de implementación y acción que respeta un riguroso plan complementado por gráficos de riesgo y cronogramas.

Cuando nos detenemos a pensar dónde nos encontramos hoy y hacia dónde se encamina el mundo, nos damos cuenta de que esta clase de proceso organizativo sólo funciona en entornos estables en los que se puede predecir el futuro. Lo cual, para ser honestos, es poco frecuente. La realidad es que el mundo está en constante evolución y es cada vez más ambiguo, lo que reduce nuestra capacidad de prever el mañana.

Ésta es la preocupación más grande que escucho de los líderes empresariales. Tanto los CEO como los CIO se preguntan cómo ser más ágiles, cómo reaccionar con mayor rapidez a los cambios competitivos, o cómo realizar la transformación digital con sus organizaciones. Les inquieta que el mundo se esté moviendo a una velocidad nunca antes vista y desean saber cómo responder velozmente a lo que pueda suceder la semana, el mes o el año próximo. En el entorno de hoy existen demasiadas variables y todos los planes quedan obsoletos incluso antes de finalizarse.

En pocas palabras, la planificación, tal como la conocemos, ha muerto.

Cuando el futuro es cada vez más incierto, trabajar intensamente en una planificación en medio de un entorno impredecible no es la respuesta. Las empresas deben modificar la forma en la que operan. En el mundo actual, prácticamente en todos los contextos, la planificación de pasos de ejecución específicos ya no existe. Es demasiado lenta, excesivamente plagada de errores y muy limitada en perspectiva como para ser una herramienta eficaz que incite a la acción.

Hace más de 20 años que Red Hat participa con comunidades open source, no sólo desempeñando un papel clave en el desarrollo de código, sino también como miembro y observador activo de distintas formas de organización que han logrado impulsar una innovación apasionante. En el universo del código abierto, la estructura de planificación centralizada tradicional se ve reemplazada por un sistema en el cual los individuos tienen la oportunidad de decidir cuáles serán los pasos a seguir.

En lugar de contar con un pequeño grupo de personas de nivel jerárquico intentando visualizar el futuro y definir el rumbo, este nuevo sistema se basa en el método de prueba y error de personas de todos los niveles de la organización. Se las incentiva a intentar, aprender y modificar. En vez de temerle al cambio o al fracaso, acepta el conocimiento adquirido a partir de probar distintas cosas en forma continua. Los rumbos se ajustan rápidamente en función de los aprendizajes y pueden explorarse nuevos cursos de acción. Las organizaciones pueden ser más ágiles al volverse menos prescriptivas.

Este sistema nuevo depende de la iniciativa individual. En el tradicional, compuesto por una estrategia y un plan, los individuos podían ser pasivos y actuar simplemente en virtud de las directivas recibidas. El nuevo, depende de que las personas tomen la iniciativa, intenten una gran variedad de cosas y contribuyan a determinar el mejor camino a seguir.

Aquellas organizaciones que generen este entorno, que capaciten a las personas para que actúen en forma colaborativa, aprendiendo y avanzando en conjunto, serán las que triunfen.

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