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La casa inteligente. Un lugar amable para vivir
La casa inteligente. Un lugar amable para vivir

La casa inteligente. Un lugar amable para vivir

El uso del fuego y el desarrollo de refugio (habitáculo) han sido piedras fundamentales para la formación de la sociedad humana, empezando por la familia, así como para el surgimiento y evolución de la civilización. 

El control del fuego por los primeros homínidos fue un punto de inflexión en su evolución cultural y permitió que proliferaran debido a la mejora en la absorción de proteínas y carbohidratos de carbono que la cocción proporcionaba, además de proveer calor, favorecer la actividad en horas nocturnas y ofrecer protección ante los depredadores.

Por su parte, el lugar de refugio (cueva, tienda, choza, casa o departamento) es una edificación destinada para ser habitada, aunque no exclusivamente, por un grupo unifamiliar. Sirve de refugio contra la lluvia, el viento y demás inclemencias climáticas, y protege de posibles intrusos, humanos o animales. Asimismo, es el lugar donde se almacenan alimentos, enseres y otras propiedades de sus habitantes. 

Históricamente, el fuego ha ocupado un lugar preponderante y específico dentro del lugar de refugio, cualquiera que sea la designación de éste, y fue hasta la época medieval que se le asignó un espacio particular (fogón, brasero, chimenea) o una habitación específica (cocina). Al espacio asignado para el fuego dentro del habitáculo se le denominó “hogar” desde la antigüedad, palabra que proviene del latín focus, que significa “lugar donde se encendía el fuego” y a cuyo alrededor se reunía la familia para calentarse y alimentarse. Por extensión, actualmente ese calificativo se aplica al espacio en que habita la familia y que brinda a sus miembros sensación de seguridad y tranquilidad. Por su parte, la designación de “casa” se refiere exclusivamente a la vivienda física.

Las casas durante la historia de la humanidad han variado dramáticamente en cuanto a su tamaño, material de construcción y diseño. Se han empleado ramas, pieles de animal, barro crudo o cocido, piedra, madera y, más recientemente, concreto, vidrio y metales. 

Fue hasta el siglo XV que se empezó a utilizar el vidrio para los ventanales con el fin de mejorar la iluminación interior y conservar el calor interior. En esa misma época, particularmente durante el Renacimiento, surgió la vivienda distribuida, en la cual el espacio se dividía en habitaciones que no necesariamente tenían una función determinada. Tres siglos fueron necesarios para que las habitaciones de una casa fueran más pequeñas y se les asignara un uso específico; se generalizó la construcción y el mejoramiento de chimeneas, incluyendo el hogar abierto y la existencia de un baño interior, aunque no existían todavía instalaciones hidrosanitarias. La iluminación mejoró con la aparición del quinqué o lámpara de Argand.

Sin embargo, hasta el siglo XIX se empieza a pensar en el confort de las viviendas. Ya no sólo se busca el aspecto físico, sino también la utilidad de las habitaciones. A mediados de este siglo, Catherine Beecher ya estaba planeando la distribución de la casa en función de un espacio central de servicios, alrededor del cual se debían ubicar las habitaciones diferenciadas por el nobiliario. Empezaron las primeras instalaciones importantes de iluminación de gas —tanto doméstica como pública—, calefacción central, ventilación artificial, cocinas, hornos y aparatos domésticos.

En el siglo XX se inició la recolección de basura, construcción de cloacas e instalaciones hidráulicas para la conducción de agua potable en las ciudades. En la casa se introdujo el gas para las cocinas y la electricidad para la iluminación (lámparas incandescentes), así como el funcionamiento de los aparatos domésticos.

En la Feria Mundial de 1934 de Chicago, se dio a conocer, por primera vez, el concepto de la “casa del futuro”. Durante los últimos 80 años, la casa que al inicio sólo estuvo automatizada se ha transformado en la casa inteligente, gracias al advenimiento del internet, los sensores, la conectividad y la Inteligencia Artificial (asistentes virtuales personales).

Para finales del siglo XX, la casa se modifica con la incorporación de nuevas tecnologías. Así llega una construcción sostenible y bioclimática acorde con las necesidades energéticas actuales, además de dar confort a los habitantes, tomando en cuenta a quienes trabajan en casa (home office).

En los años noventa del siglo pasado, la Universidad Tecnológica de Eindhoven comenzó estudios sobre la Gerontecnología —aplicación de la tecnología en el diseño de las casas— que fue una de las principales subdisciplinas de estudio. Más tarde, la aplicación generalizada de este tipo de conocimientos se designó como domótica, término que proviene del latín domus (casa) y del griego αὐτόνομος (que se gobierna a sí mismo).

El desarrollo de un concepto

Una definición sencilla de casa inteligente: la residencia que utiliza dispositivos conectados a internet para monitorear y gestionar, de forma remota, los sistemas y dispositivos electrodomésticos.

También ha sido designada como casa domótica y se refiere explícitamente a una vivienda donde se han automatizado los servicios de gestión energética, seguridad, bienestar y comunicación que pueden estar integrados por medio de redes interiores y exteriores de comunicación, cableadas o inalámbricas, y cuyo control goza de cierta ubicuidad, desde dentro y fuera del hogar. 

El concepto de casa inteligente no es nuevo. El inicio de su desarrollo tecnológico se remonta a 1898 cuando Nikola Tesla creó el primer control remoto para mover un bote de juguete. Otras tecnologías relativamente simples, existentes desde hace décadas, fueron aplicadas para ofrecer un hogar más confortable, seguro y protegido de los intrusos (sistemas de control y alarma) o del fuego (detectores de humo, sistemas de rociado de agua o gas contra incendios), así como para el regado automático de jardines. Sin embargo, el concepto moderno de productos para Smart Home fue desarrollado apenas en 1975 cuando una compañía escocesa (Pico Electronics of Glenrothes) creó el dispositivo X10, el cual permitía que productos compatibles (dispositivos domésticos) se comunicaran entre ellos mediante cables eléctricos en una casa. 

Así, un sistema domótico es capaz de recoger información proveniente de sensores o entradas, procesarla y emitir órdenes a unos actuadores o salidas. A pesar de que los sistemas inalámbricos son cada vez más confiables, sigue siendo mejor tener cableado en las instalaciones de casa. 

Una variedad especializada de sistema domótico, por ejemplo, es aquel orientado hacia el uso de personas con discapacidad e incluye: 

  1. El registro y control del consumo de servicios en tiempo real: agua, energía eléctrica, gas y aire acondicionado.
  2. La vigilancia remota de lugares distantes o inaccesibles para esa persona.
  3. El recordatorio de la toma de alimentos o el tiempo de ejercicio.
  4. La transmisión de la información del usuario a sus familiares o cuidadores de forma constante y automatizada. 
  5. La posibilidad de emitir mensajes de emergencia o activar alarmas en caso necesario. 
  6. La programación de ambientes preconfigurados con varios dispositivos enlazados. 

Funciones y servicios autónomos

Cualquier dispositivo de una casa que utilice la energía eléctrica puede ser incluido en la red (web) y estar a las órdenes y bajo el control del usuario todo el tiempo y desde cualquier ubicación, debido al auge de los teléfonos inteligentes.

La casa inteligente es una vivienda que, a través de equipos y sistemas tecnológicos, ofrece a sus habitantes funciones y servicios que facilitan el entorno y el mantenimiento del hogar, aumentan la seguridad, incrementan el confort, mejoran las telecomunicaciones, ahorran energía, costos y tiempo, y ofrecen nuevas formas de entretenimiento.

No se trata de una tecnología en sí, sino de la conjunción (hub) de diversas tecnologías digitales enfocada a transformar el hogar con la mínima participación humana en un lugar de fácil gestión, más confortable y más seguro para sus habitantes. Las tecnologías que más comúnmente se conjugan en ese hub son: 

  • Comunicación por internet inalámbrica o por cable telefónico
  • Computadoras fijas o móviles, incluyendo los teléfonos inteligentes
  • Internet de las Cosas
  • Inteligencia Artificial 
  • Aprendizaje automático (learning machine)
  • Dispositivos autónomos (robotizados)
  • Dispositivos biotecnológicos (wearable tecnology)

Este tipo de casas cuenta con la capacidad de distribuir la información por medio de comandos alrededor del hogar para que funcionen “prácticamente” solas. Mediante una llamada o una indicación desde una computadora, es posible ordenar el cierre de cortinas, controlar la calefacción, encender o apagar lámparas, o activar un aparato, entre muchas otras funciones. 

Qué hace a una casa domótica o inteligente

Nos referimos a una casa que incorpora mecanismos de automatización que son capaces de comunicarse entre ellos y con los usuarios. Un núcleo informático coordina y controla todos los sistemas con el fin de mejorar la calidad de vida de los usuarios, al reducir el trabajo doméstico, aumentar su seguridad, racionalizar los diferentes consumos y optimizar los recursos.

Por otro lado, los servicios que ofrece una casa inteligente pueden agruparse en cinco categorías, en las cuales mencionamos algunos ejemplos:

1. Programación y ahorro energético: una gestión más eficiente de la electricidad.

2. Confort: en términos de iluminación, cubre la automatización del apagado/encendido en cada punto de luz, regulación según el nivel de luminosidad ambiente, control vía internet y otros.

3. Seguridad de bienes, personas y mascotas: mediante aspectos como alarmas de intrusión, cierre puntual y seguro de cerraduras y persianas, sensores de presencia o movimiento, alerta médica, acceso a cámaras IP y control de alimentación y estado de salud de mascotas.

4. Comunicación: ubicuidad en el control tanto externo como interno vía internet, mandos inalámbricos, teleasistencia, telemantenimiento, informes de consumo y costos, transmisión de alarmas, videoporteros, etcétera.

5. Accesibilidad: entorno que favorece la autonomía de personas con limitaciones funcionales o discapacidad. 

8 aspectos de una casa inteligente

Para que una casa pueda considerarse de este género debe: 

  1. Integrar todos los sistemas electrodomésticos.
  2. Poder interactuar en condiciones limitadas.
  3. Tener memoria y noción temporal.
  4. Contar con capacidad matemática avanzada.
  5. Ser sencillamente modificable.
  6. Disponer de capacidad de autocorrección.
  7. Comunicarse amigablemente con el usuario.
  8. Incorporar nuevas tecnologías de la información (internet).

3 tipos de nueva casa

Por otro lado, existen, al menos, tres modalidades de casa inteligente:

1. Casa controlable

Los habitantes pueden controlar los dispositivos de una manera más avanzada y eficiente que en una casa tradicional. Se distinguen tres subclases:

  • Con un controlador remoto integrado
  • Con dispositivos interconectados
  • Controlada por voz, gestos o movimientos: utiliza una unidad de control que reacciona ante la voz, movimiento o gestos. 

2. Casa programable

Estas permiten programar las funciones de la vivienda, así sólo será necesario el encendido, apagado o configuración de algunos dispositivos en condiciones especiales. Se distinguen dos subclases:

  • Reaccionan ante temporizadores o sensores simples
  • Evalúan y reconocen situaciones

3. Casa realmente inteligente

La inteligencia ambiental de la casa observará a los habitantes en su vida cotidiana, buscando acciones que se repitan. Después de que se haya identificado un patrón, la casa se autoprogramará de tal manera que la próxima vez que reconozca el escenario, ésta automáticamente encenderá o apagará ciertos dispositivos.

¿Qué buscas de una vivienda con inteligencia?

Algunas personas quieren el confort y el estatus. Para otros el control y la seguridad están en primer lugar. Consideremos otros elementos:

VENTAJAS

DESVENTAJAS

Tranquilidad para los propietarios, al permitir el monitoreo remoto de funciones hogareñas. El costo de implementación puede ser alto y depende de la extensión y complejidad del sistema deseado.
Protección de las propiedades físicas e intelectuales del usuario, importante para gente que trabaja desde casa. El usuario puede considerar que su manejo es difícil.
Adecuación a necesidades y gustos de cualquier usuario. Los dispositivos deben ser interoperables y funcionar con el mismo protocolo para una operación armónica.
Mejoramiento en la eficiencia de los recursos: energía, agua, alimentos, fondos económicos, funcionamiento de electrodomésticos. Intrusión potencial de hackers a operatividad y privacidad de datos del consumidor (footprint).
Gestión de servicios para personas mayores, así como su permanente monitoreo por parte del médico y/o familia. Sistemas que transmiten señales por líneas de energía u ondas de radio que pueden ser afectadas por “ruido” o interferencias. 

 Todas las personas pretenden que su casa sea un remanso de tranquilidad, comodidad y seguridad. Esto lo permiten las tecnologías digitales actualmente disponibles y las que están por venir, que transforman una casa tradicional en un hogar inteligente. Dichas tecnologías habilitan para que, desde cualquier ubicación y a través de un control remoto o un móvil inteligente, sea factible gestionar las funciones de la casa (iluminación, temperatura, existencia de alimentos en el refrigerador, estado de las cortinas, funcionamiento de los electrodomésticos), regular el estado de los sistemas de seguridad (sensores de humo o de calor, estado de cerraduras en puertas y ventanas, presencia e imagen de intrusos, alerta a autoridades) y hasta ubicar y atender a las mascotas. Las nuevas funcionalidades de la casa inteligente pueden brindar un mejor y más amable ambiente para vivir.

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