Un evento de desastre enfrenta a las personas con su capacidad de supervivencia. Conforme este tipo de situaciones superan el periodo de emergencia y retoman su estado de normalidad, es imperativo evaluar los daños y pérdidas a partir de la catástrofe.
México no es ajeno a estos protocolos. Expuesto a fenómenos trascendentales como sismos y huracanes, así como a una constante amenaza volcánica y diferentes anomalías climáticas, el país ha demostrado contar con la experiencia necesaria para establecer estrategias efectivas de prevención y contingencia, que han marcado la diferencia en la preservación de vidas humanas.
A pesar de estos planteamientos, temas como la conservación del patrimonio siguen sumándose a la lista de afectaciones y, en la actualidad, existe otro eje de recuperación a contemplar: la información.
Frente a este tipo de situaciones, es común que los registros y archivos en papel puedan ver mermada su integridad, lo que puede ser un problema grave para la operación de empresas privadas e instituciones de gobierno. La digitalización de estos documentos ha logrado subsanar tales escenarios, pero es claro que el hardware también resulta susceptible a desperfectos físicos, resultando no sólo en el deterioro de los datos, sino también en la pérdida de la inversión.
Los esquemas tradicionales de recuperación sugieren siempre contar con un respaldo virtual de los datos almacenados en discos duros o servidores físicos. Sin embargo, una alternativa altamente efectiva para proteger la información en estos casos es hacer de la Nube el núcleo de sus procesos.
De este modo, no sólo se asegura la integridad de los datos en situaciones críticas, sino que habilita a las organizaciones para tener esta información siempre disponible. Más allá de servir como una opción de almacenamiento confiable y de fácil acceso, este tipo de soluciones proveen las herramientas necesarias para mantener la continuidad de su operación.
3 etapas de respaldo y uso de la información
Considerando esta perspectiva, un plan de continuidad ante desastres puede beneficiarse de la tecnología Cloud de la siguiente manera:
Etapa 1: Prevención
- Los servicios Cloud cuentan con una amplia capacidad de almacenamiento y rendimiento.
- Por ello, los procesos ejecutados en estos sistemas ofrecen una respuesta más ágil y estable.
- Esto facilita el respaldo de archivos y bibliotecas, reduciendo el riesgo de merma a la última versión disponible.
Etapa 2: Reacción
- La migración de procesos y plataformas a servicios en la Nube habilita una mayor disponibilidad en la consulta y manejo de los datos.
- Además, esta alternativa proporciona un amplio margen de seguridad y confiabilidad, ya que la data no se contiene en una ubicación específica y puede resguardarse desde diferentes puntos.
- Su confiabilidad y su robustez también favorecen a los usuarios finales.
En el sector público, por ejemplo, los sistemas deben estar preparados para mantenerse en funcionamiento frente a solicitudes de gran volumen, lo que resulta frecuente cuando los ciudadanos demandan atención simultánea para la expedición o reemplazo de documentos oficiales, generando picos inusuales de red que pueden aminorar el rendimiento de los sistemas y, en consecuencia, haber damnificados sin acceso a su información para hacer válida su identidad.
Etapa 3: Reorganización
- Gracias a su integración con software y aplicaciones, la Nube está habilitada para brindar seguimientos y métricas significativas de actividad.
- Por lo anterior, provee a las instituciones de una visibilidad clave para la evaluación de sus activos.
- De esta manera es posible generar la estrategia más adecuada para reestablecer su operación a largo plazo.
El cómputo en la Nube ofrece una serie de herramientas que no sólo simplifican la operación de las empresas, sino que permiten a las instituciones estar preparadas para lidiar contra lo impredecible, de modo que la operación y sus recursos no se vean disminuidos o paralizados por el impacto de estas crisis.