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Internet del Espacio para Internet de las Cosas

Internet del Espacio para Internet de las Cosas

A lo largo de la historia, la humanidad ha tenido la curiosidad de saber qué es lo que hay más allá de nuestro planeta. Desde las antiguas civilizaciones en Mesopotamia ya se buscaba una explicación en el cielo de lo que sucedía en la Tierra; en India y China hay una gran tradición astronómica, y en América las culturas prehispánicas fueron grandes observadores celestes. 

 

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Conforme los instrumentos de observación fueron siendo más sofisticados, los descubrimientos cada vez eran mayores y la necesidad de seguir conociendo el cielo, el espacio y el universo desató en la era moderna una carrera entre diferentes países para ser pioneros en lo que fuera: poner el primer satélite en órbita, al primer ser vivo en el espacio, al primer hombre en la Luna y en hacer el primer viaje a Marte.

En la actualidad, esa carrera continua por seguir con los planes fantásticos como los viajes tripulados a otros planetas, la minería de asteroides y demás, se está concretando, haciendo realidad ideas que hace un poco más de medio siglo parecían historias de ciencia ficción. Muchas de ellas están relacionadas con las telecomunicaciones y con el impacto que tendrá el Internet del Espacio (IoS) sobre el Internet de las Cosas (IoT). 

Conectividad a gran escala

Cada vez son más los dispositivos que tienen la capacidad de conectarse a internet, así como las aplicaciones que se desarrollan para el Internet de las Cosas. Se estima que para 2020 habrá más de 25 mil millones de dispositivos conectados a internet, lo que representa, además de un sinfín de posibilidades, una serie importante de retos que sortear con el propósito de obtener el mayor beneficio posible. 

Desde mi punto de vista, uno de los principales desafíos a superar es la conectividad. Conectar sensores y dispositivos en un solo inmueble o en una ciudad no representa un problema; sin embargo, en zonas rurales, montañosas o marítimas, el costo de un servicio de internet es un factor determinante. La solución es, literalmente, algo fuera de la Tierra.

Para hablar de una verdadera cobertura de internet total a nivel mundial, la única opción es hacerlo desde el espacio, usando satélites. Aquellos convencionales trabajan en órbitas lejanas a la Tierra, lo que permite que, con un número pequeño de satélites, sea posible lograr cobertura continua en todo el planeta (la constelación GPS cuenta con 24 satélites, por ejemplo). El costo de fabricar, lanzar y operar estos satélites es muy elevado y las señales que transmiten son de una latencia alta, por lo que no son opción viable para soluciones de conectividad de banda ancha a gran escala. 

Por otro lado, en los últimos años se ha estado impulsando el desarrollo de satélites más pequeños conocidos como CubeSats (cubesats) o nanosatélites. Estos cubesats operan en órbitas bajas más allá de la atmósfera y dan varias vueltas a la Tierra durante un día, por lo que al pasar sobre el área de cobertura es necesario otro que lo siga, de manera que ésta no se interrumpa. 

Debido a ello, el número de cubesats requeridos para una cobertura total del globo es mucho mayor que los satélites de órbitas altas, aunque el costo de fabricación y lanzamiento hace que este tipo de satélites sea una opción más viable, además de que las señales son de baja latencia.   

A la fecha, Estados Unidos, Suiza, Australia y Canadá ya cuentan con redes satelitales de banda ancha basadas en cubesats. No obstante, por la cantidad de satélites que las conforman, aún no tienen capacidad de ofrecer cobertura continua. Aún así, no deja ser un paso importante y evidencia suficiente de que una solución así está en camino.

Un futuro promisorio

Muy probablemente, dentro de unos años estemos viendo que la columna vertebral del Internet de las Cosas se encuentre en el espacio con estas redes de cubesats que, seguramente, crecerán y se multiplicarán. Entonces, todo lo que hemos visualizado que pudiera resolverse con el IoT será una realidad e incluso podría ser superado por aplicaciones que no hemos imaginado aún. 

Con una cobertura de internet de banda ancha así, las soluciones para agricultura y ganadería de precisión, medicina, transporte y todas las que actualmente están limitadas a la cobertura actual de internet serían mucho más accesibles y eficientes. Estamos en la víspera de que sea una realidad, pues ya hay planes de inversión de empresas como SpaceX, Virgin Group y Airbus para lanzar enjambres de cubesats que, en conjunto, superan las 5 mil unidades. 

En conclusión, me atrevo a decir que el Internet del Espacio o Internet of Space (IoS) representa la última frontera en cuanto a conectividad y será un factor que potenciará el que cada vez más dispositivos y soluciones se incorporen al Internet de las Cosas y a nuestra vida diaria. Sin duda, estamos subiendo uno de los primeros peldaños en cuanto a una manera totalmente diferente de construir redes de comunicación que muy probablemente, en el futuro, sustituirán otras tecnologías de uso actual y darán paso a soluciones que aún no vislumbramos.

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Si para nuestros antepasados debió ser apasionante voltear al cielo y descubrir el movimiento de los astros, el cambio de estaciones, los planetas y las estrellas, hoy no encuentro una palabra que describa la emoción que provoca el tener al alcance lo que sucede dentro de nuestra atmósfera y un poco más allá. 

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