La globalización y la nueva economía mundial han establecido a las Tecnologías de la Información y Comunicaciones (TICs) como uno de sus pilares estratégicos, exponiendo la indiscutible relevancia y posicionamiento que éstas representan en el desarrollo económico, político y social de los países más avanzados.
En el marco de esta sinergia, aunque un tanto rezagado, se encuentra el ámbito público. Impulsados por la Nueva Gestión Pública, los gobiernos que se definen verdaderamente eficaces se identifican por la aplicación efectiva de las TICs dentro de la maquinaria de sus procesos productivos y de servicios públicos, coadyuvando en el alcance de sus objetivos y el cumplimiento eficaz de sus obligaciones.
En forma contraria, los países que no han posicionado la tecnología como elemento detonador de sus planes y programas verán afectados sus resultados y en una seria desventaja competitiva a nivel mundial, situación que, contabilizada minuto a minuto, podría significar un retraso en su desarrollo, difícil de recuperar. En la actual transformación gubernamental de México y la operación de sus instituciones, esto representa un reto vigente.
¿Cómo insertar la tecnología allí donde antes no existía?
En particular, en el ramo de comunicaciones y transportes del país, el aprovechamiento se ha visto a la fecha menoscabado, manteniendo una limitada visión del impulso que representaría el desarrollo del sector con la correcta y profunda inclusión de las herramientas digitales, insertas de raíz en sus obras, proyectos, procesos, operación, controles y demás responsabilidades.
Ahora bien, no estamos hablando de irrumpir con tecnología y dilapidar el presupuesto. Al contrario, se trata de articular con entendimiento y planificación las herramientas digitales asertivas y probadas en cada uno de los programas, proyectos y acciones previsibles, disminuyendo la laxitud digital actual bajo un enfoque de eficacia y lograr la meta con mayor productividad, beneficios y competitividad.
El reto actual de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes es integrar de lleno a las TICs en los análisis costo-beneficios, sin convertirse en un gasto accesorio sino como una materia prima pujante de los compromisos y optimización de recursos, lo cual constituya un elemento inserto desde el nacimiento de los proyectos de obra en sus desarrollos carreteros, en procesos de control y operación de transportes, sistemas de gestión, seguridad, integración, servicios, normativas y transparencia.
Hablamos de que las TICs no sean un componente adjetivo sólo de apoyo, sino como factor diferenciador de un nuevo Programa Sectorial verdaderamente vanguardista y competente para las necesidades y desafíos actuales del país:
- Un autotransporte federal bien gestionado, con inspección y verificación dinámica de peso y dimensiones en carreteras
- Control de matrículas federales incuestionable
- Sanciones en línea, intercambio de información con los sistemas de seguridad nacional
- Seguridad vial a través de procesos dinámicos en las autopistas federales
- Desarrollos carreteros con instalación de fibras ópticas que permitan el aprovechamiento de las vías
- Una red de integración de la Administración Pública Federal
- Control y monitoreo del transporte ferroviario y de servicios a los usuarios
- Control eficiente de obras
- Infraestructuras de intercambio de datos entre sistemas nacionales
Innovar hacia el futuro
Así también, con la misma misión de involucrar las TICs, está el reto de hacerlo apropiadamente, dejando atrás la implementación de tecnologías planas y rígidas, los incrementos incesantes de ancho de banda y el almacenamiento como remedio aislado o la adquisición masiva de equipos de cómputo como fin; en cambio, debe considerarse la implementación de plataformas sólidas basadas en el uso de tecnologías de vanguardia maduras, diversificadas, flexibles y complementarias.
Es momento de aprovechar la nube híbrida, la movilidad, el Internet de las Cosas, la identidad digital, el Big Data, el PCL, el LTE, la analítica, la Inteligencia Artificial, los desarrollos ágiles, la ciberseguridad, el SaaS, las laas, por nombrar algunas herramientas que pudieran ser óptimamente engendradas con un enfoque de unificación bajo diseños bien elaborados, interoperabilidad e integración que sumen en su conjuntos.
Por otro lado, si bien no se ha dado el nuevo pronunciamiento de la Estrategia Digital Nacional, este planteamiento va en sincronía con los cinco ejes estratégicos presentados por la nueva Subsecretaría de Comunicaciones y Desarrollo Tecnológico de la SCT y el Programa Nacional de Infraestructura y está encaminado a consolidar las infraestructuras verdes, aunque debe contemplarlo con mayor solidez.
Además, como punto fundamental se encuentra la obligatoriedad de responder a la política de rendición de cuentas y transparencia, donde la Secretaría de la Función Pública ha establecido como una de las cuatro líneas transversales del Plan Anticorrupción Nacional a las tecnologías de la información e inteligencia.
Así pues, la vara ha sido puesta. Ahora le corresponde a las áreas sustantivas de la SCT —y las adjetivas—, exponer los proyectos bajo esta misma sinergia, tener visión y encontrar en las TICs el apoyo estratégico y necesario que conduzca al logro de metas y potencializar los resultados, una oportunidad pulsante de virar a la SCT hacia la transformación.