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Tecnología para revolucionar al nuevo gobierno
Tecnología para revolucionar al nuevo gobierno

Tecnología para revolucionar al nuevo gobierno

Al día de hoy, México no es un país digital. Esto es lo que percibimos de la llamada Estrategia Digital Nacional (EDN), plan de acción con el que el gobierno federal buscó implementar y construir un México Digital en el que la tecnología y la innovación contribuyeran a alcanzar las grandes metas de desarrollo del país, cuya implementación estuvo a cargo de la Coordinación General de la Estrategia Digital Nacional (CEDN) como unidad técnica de apoyo del Jefe de la Oficina de la Presidencia de la República, es que al día de hoy, México desafortunadamente no es un “México Digital”.

Percibimos, además, en los tres niveles de gobierno, el uso de tecnologías en la idea de sumar al México Digital, pero en la mayoría de los casos están totalmente desarticuladas y sólo se pueden apreciar como una mera herramienta que engalana los procesos de atención ciudadana, en los mejores casos.

Tal es el caso de iniciativas como la Ventanilla Única Nacional, el Acta de Nacimiento Digital, IMSS Digital, Semarnat Digital, las Oficinas Virtuales del ISSSTE, el SAT y el Infonavit, entre otros, y las aplicaciones de Afore Móvil, Banjercito Móvil e ISSSTE Móvil.

Sin embargo, en el fondo no es posible percibir la digitalización del país y los ciudadanos somos incapaces de diferenciar dónde se está haciendo uso de la tecnología y la innovación, y dónde no.

Para la conformación de un México Digital tendríamos que innovar con tecnologías para lograr la sistematización y la automatización como, por ejemplo, con el Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés), así como convertir nuestras ciudades en lugares inteligentes, situación que claramente no se ha cavilado, mucho menos materializado.

En ninguno de los tres niveles de la Administración Pública —orquestado todo por el gobierno federal a través de su EDN— podemos observar que se haga uso de la tecnología para mejorar la eficiencia de los sistemas ni de los procesos. De lograrlo, la interacción con el ciudadano daría lugar a una transformación gubernamental y, con ello, propiciaría una atención integral, holística y ágil para todos.

A continuación, en forma abreviada, revisemos cómo se visualiza que la tecnología debería transformar e impulsar al nuevo gobierno en México desde tres alternativas.

Análisis para la sistematización

Entendido como el análisis crítico y transformador de los procesos con los que el gobierno entrega servicios al ciudadano holísticamente, es decir, un análisis desde los factores tecnológicos, políticos, sociales, económicos y legales de las lógicas involucradas (lo realmente acontecido y vivido en donde se prestan los servicios, y no lo documentado en manuales de operación) para señalar qué es mejorable y cómo, además de proponer nuevas formas, trayectorias y acciones transformadoras centradas en buscar la innovación gubernamental, ajustada a las necesidades reales y actuales de la sociedad, y utilizando toda la tecnología que sea asequible para mejorar.

Es recomendable que la sistematización sea vista como la tecnología que habilita el evolucionar y revolucionar al nuevo gobierno. Se trata de que la misma sea concebida como la manera de generar un nuevo tipo de conocimiento de la realidad sustantiva de los servicios del gobierno y no como una tecnología para el levantamiento de lo que hay en operación que, en muchos casos, tiene que ver con los procesos que se han realizado así por muchos años (de ahí que se suponga que es perfecto y que no debe ni puede cambiar).

Además, debe ser percibida como la tecnología mediante la cual se pueda combinar el aspecto reflexivo, el talante académico-teórico de la buena práctica y la ejecución en la realidad de México con miras a ubicar, señalar y proponer nuevas formas, trayectorias y acciones, es decir, las transformaciones centradas en buscar la innovación gubernamental en su todo, de manera general y no de servicios o cuestiones específicas.

La hora de la automatización

El nuevo gobierno buscará generar la mayor cantidad de ahorros presupuestales (leyes de egresos) y, de paso, el mejor ejercicio presupuestal (ingreso-gasto). Los tres niveles de gobierno y las instituciones deben darse cuenta de los beneficios de las tecnologías para la automatización, por nombrar algunas: la tecnología de Inteligencia Artificial (IA) y chatbots, que bien pueden ser implementadas para crear mejores experiencias de servicio, automatizadas y centradas en el ciudadano.

Puede ser factible considerar la incorporación de la IA para proveer de servicios integrales que agilicen la tramitología, que automaticen el servicio a través de la clara definición de las reglas del negocio gubernamental y que operen de forma inteligente al dar los servicios, lo que sin duda puede contribuir a revolucionar el gobierno.

El hecho de generar “expedientes” para cada trámite que se gesta en el gobierno tiene un muy alto costo de operación e implica realizar los procesos de inscripción de manera muy arcaica y manual.

Esto es apoyado, en el mejor de los casos, con tecnología que únicamente sirve como repositorio de captura de datos que se toman del papel, como si de una máquina de escribir con un repositorio de datos se tratara, generando infinidad de inconsistencias entre lo real que pronuncia la autoridad competente al emitir algún documento de su competencia y lo finalmente capturado en algún otro sistema, donde se procesa un trámite con el precedente del documento solicitado cual requisito para realizarlo.

Las probabilidades de error en la captura son muy altas y así es en todo el país, pero es posible mitigar el costo y el error implementando la automatización para innovar en las operaciones de los servicios que ofrece el Estado mexicano. Sugerimos que se comience a cavilar de manera diferente porque es así como es concebida la transformación, mirando en la tecnología de automatización de procesos y otras, las oportunidades para realizarla.

Internet de las Cosas

Las instituciones del gobierno, trabajando con cuerpos calificados de ingenieros, pueden avizorar dónde es factible usar IoT en diversos sectores, como puede ser la urbanización inteligente (a través del concepto de ciudades inteligentes), en los sistemas y servicios militares (bajo el concepto de defensa nacional), así como en la construcción de ecosistemas (para la gestión del agua, los residuos, la electricidad, la salud, el transporte, la seguridad pública, la infraestructura, la protección civil, los servicios de mantenimiento, las emergencias, entre otros), y por supuesto la planificación y control de la ciudad.

Es así que, ante la realidad de la tecnología con potencial transformador, se considera que, toda vez que existen miles de dispositivos que recopilan datos, el gobierno ha de ocuparse en trabajar en estrategias que den visibilidad sobre cómo es factible explotar tales datos para fines gubernamentales, sobre todo porque la tecnología del IoT tiene la capacidad de recopilar datos prácticamente en cualquier parte y producir registros útiles y precisos, incluso en tiempo real, muy por encima de las capacidades de los análisis contemporáneos, en muchos de los casos a través de encuestas y estadísticas que se realizan en instituciones como el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

El IoT habilita, adicional a la captura de datos, la capacidad de análisis de la complejidad de factores porque permite el acceso a más y mejores datos, mismos que incluso pueden imaginarse sin relación, pero que al contar con ellos y plantear el análisis, pueden arrojar correlaciones que potencialmente logren aportar gran valor a las instituciones para la mejor de toma de decisiones informada.

 

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