Después de unos años dedicándome a esto del Gobierno Abierto (GA), uno empieza a hacer inventario de lo que ha ido sacando. Dentro del catálogo de cosas que se encuentran, lo que más destacaría es el papel de las personas.
Como norma general, he encontrado proyectos más o menos célebres, con más o menos éxito de organizaciones más o menos grandes y con más o menos recursos, pero siempre, sin excepción, hay una persona o personas que son las que mueven dichas iniciativas. De hecho, creo que lo único que tienen en común es el esfuerzo para cambiar las instituciones en las que trabajan.
Así que, después de unos meses de reflexión, quiero contarles lo que veo en común entre estas personas a las que creo que podemos llamar anoigocratas.
Cuando estudiaba el doctorado hace ya no pocos años, escuché el término femócratas, que se refiere a mujeres feministas que trabajan en las estructuras de poder para la creación y consolidación de políticas de género. Se diferencian del activismo en que su función y contexto son bastante distintos: no tienen los medios, los recursos o la necesidad de usar la presión o movilización para que sus demandas entren en la agenda política. Sin embargo, tirenen que adaptarse al contexto de las organizaciones públicas en las que trabajan. En este caso, su identidad de género define su compromiso político.
Creo que este término se adapta a la perfección a las personas que están detrás del Gobierno Abierto. Son personas que trabajan dentro de las instituciones y que hacen de su vocación de hacer gobiernos más próximos a la ciudadanía la base de su acción interna. No son activistas porque ocupan puestos institucionales, pero influyen de manera decisiva en la agenda política y en la acción pública de manera directa (haciendo cosas) e indirecta (introduciendo nuevos asuntos de debate).
Así que tirando un poco del diccionario griego (ya que cratos viene del mismo idioma), me lancé a buscar el término “abrir” y encontré anoígos. Este término viene que ni pintado porque significa tanto abrir como eliminar obstáculos y se usa, por ejemplo, para abrir los cielos o para hablar y abrir la boca. Hecho a la medida, ¿verdad?
Aquí una definición más exacta: persona que trabaja en una organización pública con un compromiso de apertura de las instituciones que marca las acciones que emprende en su puesto.
Antes de seguir, quiero señalar que estos rasgos son fruto de la observación de muchas personas a las que conozco, aprecio y admiro, pero que no quiero detallar porque seguro que me olvido de muchas y desconozco a otras.
Lo que no los define
1. Formación
Lo primero que quiero señalar es que las personas anoigocratas que conozco tienen un perfil formativo muy variado. Algunas de ellas son de perfil jurídico, otras de perfil politólogo, otras periodistas o, incluso, algunas con estudios técnicos como informática. Conozco, por ejemplo, algún geográfo que evolucionó de los Sistemas de Información Geográfica (GIS) a la transparencia o los Datos Abiertos.
Esto es una cosa realmente interesante porque plasma una gran variedad de concepciones y recursos en el mapa del Gobierno Abierto: cada persona aporta una lectura desde el campo del conocimiento que domina, lo que aumenta las opciones con las que podemos trabajar.
2. Carrera profesional
Hay que considerar que el Gobierno Abierto como tal lleva en agenda política poco más de una década. A la vez, en este periodo la entrada de personal en las AAPP se ha frenado como consecuencia de la crisis de 2008, por lo que la gran mayoría de las personas que se dedican a esto vienen de otros campos de la administración.
Algunas de ellas, como decía, venían de los GIS, otras son responsables de informática o de innovación y les han caído portales de transparencia. Algún caso hay de responsables de comunicación (Community Managers) que han ejercido de hecho o derecho funciones de diálogo, participación o transparencia. Lo cierto es que el directorio institucional del GA recae en múltiples áreas y, dentro de éstas, personas que han pasado por diferentes puestos (y organizaciones) a lo largo de su carrera.
Así que, por un lado, no podemos decir que un o una anoigocrata tenga determinada formación o trayectoria profesional u ocupen algún puesto en concreto: lo que les define es lo que hacen.
3. Adscripción partidista
La anoigocracia, para serlo de verdad, requiere de un compromiso político que no suele ser partidista. Es decir, cambiar los gobiernos es algo enormemente político, así que no podemos decir que sean apolíticos. Lo que sí se puede decir es que no están asociados a un partido o ideología política concretas.
Conozco a personas que tienen una identificación partidista clara y otras de las que no tengo ni idea de con qué partidos se sienten más conformes. Sin embargo, he visto anoigocratas hacer maravillas con gobiernos de todo color (o casi): nacionalistas, centralistas, de izquierda o de derecha. Muchos de ellos han sido anoigocratas con gobiernos de distinto color y no han cambiado su compromiso (aunque a veces sí sus medios). La cuestión es que es muy positivo que de todo tipo de ideología y más allá del color que gobierne las instituciones, hacen lo posible por abrir gobiernos; a esto me refiero con el compromiso personal.
4. Sin medios concretos
Lo que define al anoigocrata es el esfuerzo y el compromiso, más allá de los medios que tiene. Hay algunos que, por las características de su institución (pequeñas administraciones) o por apoyos políticos (su área está fuera de la agenda), hacen de la necesidad una virtud. Otros cuentan con apoyo o han ido consiguiendo medios a lo largo del tiempo. La cosa es que puedes encontrar anoigocratas solitarios que, a base de empujoncitos a la maquinaria administrativa, han conseguido más que agencias, gabinetes o áreas muy bien dotadas y nutridas.
Lo que sí los define
1. Saben a dónde quieren llegar
Y no sólo eso, también saben dónde no quieren quedarse. Otra cosa es que sepa exactamente cómo es ese sitio.
Lo anterior quiere decir que cuando se trabaja para abrir gobiernos es muy difícil detallar hasta el último trazo de qué vas a hacer y cómo. Sin embargo, los anoigocratas sí que tienen enormemente claro cómo debe ser un Gobierno Abierto con la ciudadanía y no pararán de actuar hasta hacerlo posible. A veces, si es posible, a través de acciones nuevas; otras mediante pequeñas decisiones del día a día, lo que acaba conformando un proyecto. La cuestión es que los valores y las ideas están lo bastante claros como para hacerlo posible.
2. Sacan de donde no hay
Hay gente que directamente mantiene un portal de transparencia con poco menos que un WordPress, buena voluntad y muchas horas. Hay quien hace un canal de participación más o menos organizado por Twitter. Ni todas las organizaciones tienen para abordar proyectos carísimos ni todos los responsables políticos van a premiar la voluntad con una gota de presupuesto, así que el arte de conseguir recursos es casi el de la supervivencia. Esto quiere decir buena voluntad, ingenio, esfuerzo, colaboración o lo que sea. A fin de cuentas es estirar al máximo lo que puedes conseguir para lograr lo que piensas hacer.
3. Establecen alianzas y apoyos internos
Normalmente, quien lleva asuntos de GA tiene que gestionar cosas que no le son propias. Los datos y documentos (por no hablar de los recursos que hemos señalado antes) son de otros departamentos de sus organizaciones y, como he dicho, en muchas ocasiones no hay una posición institucional para exigir al departamento de, por ejemplo, hacienda, que pase los datos sobre recaudación si no le da la gana.
La diplomacia interna es todo un must en la parte de las personas anoigocratas: sumar apoyos y voluntades dentro de la organización. Esto permite dos cosas: lograr lo que necesita para hacer su trabajo y, sobre todo, evangelizar sobre la importancia de abrir todas las áreas de gobierno para conseguir el cambio en la organización.
4. Trazan redes externas de colaboración
Lógicamente, quien lleva el Gobierno Abierto es una persona o grupo reducido de personas en la organización. No obstante, hay múltiples organizaciones con anoigocratas que tienen, como hemos visto, ideas, recursos, necesidades y planteamientos diferentes.
La colaboración y los encuentros, ya sea a través de congresos, comunidades, asociaciones, RRSS o lo que sea, pueden haber difundido más prácticas de GA que recomendaciones de organismos internacionales. Si a la voluntad, ingenio y diversidad le sumamos colaboración y encuentro, las posibilidades de cambio de multiplican.
5. Son altamente capaces de improvisar y adaptarse
Si no tienes una idea clara de todo lo que puedes hacer, dependes de los recursos que puedas conseguir. Encontrarás muchas ideas en el camino y no te quedará más opción que aprender a improvisar y adaptarte.
A diferencia de muchos aspectos de la administración que están reglados, definidos y consolidades, el GA es algo que estamos construyendo ahora, así que las decisiones no suelen venir con una guía de instrucciones ni bola de cristal. Las decisiones sobre qué hacer, cómo hacerlo, a quién pedir ayuda y/o cuándo lanzar algo dependen enormemente de la capacidad de la adaptación de cada persona.
6. Son resilientes
Por último, hay que pensar que en este escenario hay muchas cosas que pueden no ir del todo bien. Diría, al menos, dos muy comunes: que pasen absolutamente de ti o que las cosas no salgan como pensabas. En ambos casos, lo que distingue a los campeones y campeonas de la anoigocracia es, precisamente, la capacidad de reponerse, adaptarse y seguir adelante.
Estos son los puntos que he visto en común, pero seguro que alguno se me escapa. En todo caso, todo mi respeto, admiración y cariño a estas personas que hacen un gobierno mejor, a pesar de todo.
Cortesía de Analítica Pública