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Millennials

Atracción de Millennials al Gobierno. ¿Oportunidad o necesidad?

En las últimas semanas ha habido una “lluvia” de información en distintos medios impresos de comunicación, respecto a las problemáticas alrededor de los llamados “millennials” o integrantes de la “Generación Y”, que son las personas nacidas entre 1980 y el año 2000.

Esta información podría verse como un tema de moda, sin embargo, si en el sector público somos lo suficientemente receptivos, podríamos advertir una situación que comienza a tornarse compleja y que deberíamos atender antes de que estemos frente a un problema casi imposible de solucionar.

De todos los problemas que se señalan en torno a los millennials, desempleo, inestabilidad, inadaptabilidad y problemas futuros como sus esquemas de salud o pensiones, quiero centrarme en el de la falta de atracción y aprovechamiento de este talento por parte del gobierno. Esto es importante si consideramos que, de acuerdo con una proyección de la consultora Deloitte, los nacidos en esta generación acapararán el 75% del mercado laboral mundial hacia el 2025, es decir, tan solo dentro de 9 años[1] deberán tener las riendas de, entre otras, las oficinas públicas.

Uno de los principales obstáculos para atraer efectivamente a esta generación al gobierno, es el tema de los valores laborales, de los cuales quiero recuperar los siguientes:

  1. La tecnología está intrínseca en su forma de ver y hacer las cosas.
  2. Tienen una movilidad constante, motivada por la búsqueda de sus propios intereses.
  3. Buscan participar en proyectos que ellos consideran importantes.
  4. Gustan de contribuir al bien común.
  5. Se sienten mejor con “mentores” a los que puedan aprender cosas, que con jefes impositivos.
  6. No concuerdan con el esquema tradicional de trabajo: en una oficina y con una jornada laboral establecida.

Contrario a los millennials, la administración pública en general preserva los siguientes valores:

  1. El trabajo se realiza en la oficina.
  2. La jornada diaria de trabajo formal debe ser de al menos 8 hrs.
  3. Las mejores ideas surgen de los especialistas y la experiencia.
  4. Las instrucciones surgen de la alta jerarquía y son incuestionables.
  5. La estabilidad es lo que más conviene a los empleados.
  6. La mejora en la productividad se obtiene capacitando a los empleados.

La evidente contradicción de “genes” laborales, hace que la administración pública no sea atractiva para los nacidos en esta Generación. Sin duda, existen jóvenes de ésta que están integrándose a las oficinas públicas, sin embargo, hay muchos talentos que podrían ser atraídos al sector y que no coinciden con su forma de operación tradicional.

Ante tal situación, lo mejor que puede hacer la administración pública es preparar el terreno para integrar de manera efectiva a aquellos que invariablemente “desplazarán” a los servidores públicos actuales. Se debe generar un periodo de transición armónica en donde al menos 3 generaciones juntas se retroalimenten y trabajen de la mano en pro del ciudadano.

El primer paso es explorar esquemas de trabajo flexibles que se basen en la filosofía de trabajo por resultados, independientemente del horario y lugar donde se obtengan, apoyándose en el uso las tecnologías de la información y comunicaciones. La flexibilidad laboral, de la mano de una correcta definición de proyectos de gobierno y funcionamiento basado en la disciplina de las políticas públicas serían la mancuerna poderosa para atraer y retener a cualquiera.

La filosofía de orientación a resultados, a pesar de haberse socializado ampliamente al interior de la administración pública, poco ha permeado de forma efectiva. Las oficinas públicas tienen cientos de trabajadores cumpliendo horas, a veces excesivas, en torno a labores rutinarias o a los deseos y agenda del directivo actual. Todas estas rutinas, horas y trabajadores no necesariamente están generando resultados, o al menos no aquellos que el ciudadano pueda notar si lo juzgamos por la innegable crisis de legitimidad que actualmente sufre el gobierno.

La operación sistemática basada en el cumplimiento de tareas recurrentes o deseos de un directivo, por supuesto no es atractiva para los millennials, aunque yo diría que no lo es para nadie. Es necesario que el gobierno trabaje en proyectos o políticas específicas que traigan un beneficio público. Esto, más que una metodología, es una forma de evolución y dinamismo, en donde todos los proyectos implican un nuevo reto para generar un impacto positivo en la sociedad.

Esta visión “novedosa” de trabajo, es difícil de aplicar ante los valores de los servidores públicos que acaparan al sector público en estos días. En los pertenecientes a esas generaciones, las anteriores a los millennials, prevalecen paradigmas como la estabilidad, la disciplina, la disponibilidad y la presencia. En esas generaciones anteriores, permanecen esquemas clásicos de evolución, como la capacitación o formación de los trabajadores como medio para hacer mejor el trabajo; aunque parezca duro, esa visión sólo conviene a las generaciones mayores, ya que los pertenecientes a la “Generación Y” no necesitan capacitación para operar bajo esquemas flexibles, puesto que no sólo podrían trabajar de esta forma, sino que es el contexto en el que mejor se desenvuelven.

Ahora bien, las generaciones anteriores pueden dar mucho a las nuevas. Los millennials no quieren rivalizar. Está demostrado que los integrantes de la Generación Y, no sólo necesitan mentoría adecuada, sino que muchas veces la piden. Son como esponjas en busca de conocimiento. Algunas empresas han iniciado con consejos internos en donde los jóvenes incuban ideas que son guiadas adecuadamente por los profesionales más experimentados, logrando en conjunto resultados increíbles.

Si la administración pública está dotada de servidores públicos capaces, brillantes y conscientes, como se quiere hacer ver constantemente, lo mejor que puede hacer es enfrentar con madurez e inteligencia el cambio evidente. La administración pública necesita preparar el escenario para transitar entre generaciones a una integración y discriminación ordenada, y no, en lugar de eso, crear un bloque impenetrable para resistir un embate al cual, tarde o temprano, terminará cediendo.

[1] http://www.forbes.com.mx/6-rasgos-clave-de-los-millennials-los-nuevos-consumidores/

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