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El gobierno de los algoritmos y la IA ¿caminamos hacia un Amazon gubernamental
El gobierno de los algoritmos y la IA ¿caminamos hacia un Amazon gubernamental

El gobierno de los algoritmos y la IA: ¿caminamos hacia un Amazon gubernamental?

He tenido la oportunidad de participar, brindando sendos keynotes, en dos recientes eventos de relevancia en el entorno de las ciudades inteligentes y la innovación urbana, celebrados en Murcia y Madrid (España), donde me han permitido seguir dando a conocer nuestra visión y nuestra experiencia con los entornos de innovación urbana en Sánchez Chillón/Eolex Citylab y en el Foro Global Territorio.

En primer lugar, el Congreso Urban Intelligence, evento de carácter innovador en el que, de la mano de los proyectos desarrollados por distintas ciudades europeas, pudimos debatir acerca de los últimos avances, soluciones tecnológicas y proyectos relacionados con las ciudades inteligentes y la nueva sociedad conectada. El encuentro analizó, con un eminente enfoque práctico y aplicado, determinadas cuestiones que inciden en la realidad de las ciudades, tales como la digitalización, la movilidad inteligente, el Blockchain, Internet de las Cosas, Cloud Computing o el Bitcoin.

Por otro lado, tuve también la oportunidad de participar en Exilum 2018, el evento de referencia nacional en España sobre iluminación pública. En este congreso pude conocer, de la mano de los protagonistas de la industria y los servicios, y de la de los Ayuntamientos de la Comunidad Autónoma de Madrid, la realidad de un sector determinante en la percepción de la escena pública de la ciudad que enfrenta estimulantes retos para el futuro, de la mano de la conectividad 5G, el IoT, el LaaS (Lighting as a Service) y otros., además de desafíos de naturaleza contractual, regulatoria y operativa en los próximos años.

A continuación, comparto con ustedes mis ideas y conclusiones luego de presenciar y disfrutar ambos eventos.

El Gobierno (predictivo) de la Res Pública

De manera creciente y tras años de inercias y desconocimiento generalizado, se empieza a cuestionar el enfoque ético de esos algoritmos condicionantes de nuestro (digital) existir, denunciando la existencia de sesgos (byas) en su programación que los alejan del ideal de la justicia distributiva y la eventual imparcialidad que se les atribuye a la hora de tomar decisiones relevantes para la vida de la comunidad.

De igual manera, los Gobiernos anuncian iniciativas legales para “domar” a los algoritmos, iniciativas que se anuncian desde las tribunas gubernamentales quién sabe si como mero recurso comunicativo (gobernar a golpe de tuit), como ejercicio de wishful thinking contemporáneo o como verdadera toma de postura ejecutiva frente a un universo matemático consustancialmente ajeno a la emotividad, la ética y otros subproductos románticos de la condición humana.

El ámbito del Gobierno de la Cosa Pública no ha sido ajeno en las últimas épocas a la fiebre del relato sobre las virtudes y defectos de los algoritmos, cada vez más en boca de visionarios, empresas proveedoras de servicios de perfilado personal, segmentación de audiencias o microtargeting político, que describen un futuro inmediato de profunda transformación de la política, sus procesos y sus protagonistas.

En la era del despertar cívico digital, la movilización en redes y la autoconciencia ciudadana de control de la política y de la capacidad de la ciudadanía de marcar e incidir en la agenda de gobierno, la irrupción definitiva de las tecnologías digitales (IA, Machine Learning, Big Data, algoritmos, bots, entre otros) en el mundo de la gestión pública y la toma de decisiones políticas, anticipa un horizonte posible de máquinas e inteligencia no humana asumiendo roles, tareas y procesos decisivos que hoy, tras siglos de teoría y práctica del gobierno representativo, recaen en manos de los gobernantes electos, como fundamento de nuestras democracias occidentales.

De igual manera, y si la predictibilidad y la anticipación a las necesidades del consumidor/ciudadano se van perfeccionando, tal vez el futuro sea el de una especie de Amazon Gubernamental que, ante nuestros procesos de compra de productos (o utilización de servicios ciudadanos), nos propone otros complementarios y “perfilados” específicamente para nosotros, sobre la base de una compleja interacción social basada en mecanismos algorítmicos.

En este escenario de pragmático utilitarismo en el que vivimos y ante la irrupción del activismo de sofá, tal vez sea más fácil sugerir adhesión mediante un click a una determinada decisión política “afín” a nuestro perfil publicado y creencias redundantes que obligarnos a pensar de manera crítica y prospectiva sobre la convivencia, alcance y efectos de su aplicación.

En unas sociedades urbanas sobreinformadas, superficiales, hedonistas y perezosas como las que algunos pronostican para los próximos años, ¿tendremos Robots Alcaldes dirigiendo los destinos de nuestras ciudades?

La Ciudad del Control Total y el Gobierno de los Algoritmos

Face ++, el proyecto en desarrollo en China para el control total de la población es ya una realidad. Concedo que China no es un campeón de la democracia y que el poso de siglos de la política clásica que hunde sus raíces en la polis griega, puede que nos sirva de antídoto en Europa frente a escenarios distópicos como el que impulsa el Gobierno de China de la mano de sus proveedores tecnológicos.

Sin embargo, esta realidad, es decir, la suma de un inefable control biométrico, de reconocimiento de voz y de consiguiente puntuación de la calidad y condición de ciudadano en función de los parámetros diseñados por este Big Brother Chino, debería servirnos de inquietante aviso para navegantes.

En todo caso, el Año del Perro en China asiste ya al despliegue de esta Policía Preventiva y Tecnológica en el país asiático, como nos han recordado determinados medios. Es una Smart City impactante, sí, pero bajo ópticas de control y seguridad total que colisionarían con derechos fundamentales de los individuos en cualquier democracia occidental.

Tama (Tokio): una IA se postula como Alcalde

Sin ir más lejos, destaca la noticia de la primera candidatura de una Inteligencia Artificial a la Alcaldía de un municipio japonés, para sorpresa y estupor de la mayoría, y deleite visionario de los menos impresionables.

En efecto, y aunque la lectura del sucedido revelaba que el candidato real a la Alcaldía era un ser humano de carne y hueso con un nombre cercano al universo Pokémon —Michihito Matsuda—, éste iba a basar su eventual mandato al frente del distrito de Tama en la maximización del uso de la IA para la gestión de los asuntos municipales, haciéndose llamar el “Alcalde IA”.

Entre sus propuestas más impactantes encontramos su intención de sustituir a los funcionarios públicos por la Inteligencia Artificial y apuesta por la recopilación masiva de datos sobre el municipio como presupuesto para el diseño y ejecución de una acción pública de base algorítmica que dé como resultado decisiones inatacables desde el punto de vista de los criterios distributivos para los vecinos, sustituyendo el juicio de valor y la sana crítica sobre el sentido de una determinada política pública.

Aunque no sabemos qué tal le irá al bueno de Michihito Matsuda, su mensaje es claro: en el universo perfecto de predictibilidad factual y la política municipal inteligente, el algoritmo no es susceptible de fallar.

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