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La urgente necesidad de regular el teletrabajo
La urgente necesidad de regular el teletrabajo

La urgente necesidad de regular el teletrabajo

La inesperada pandemia mundial ha dejado al descubierto la fragilidad de millones de empleos, revelando un sistema laboral incapaz de proteger y garantizar continuidad y certeza en la gran mayoría de los países. En México, el horizonte se antoja aún más atribulado.

De acuerdo con los últimos datos publicados por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), se han perdido 1.1 millones de empleos desde el inicio de la crisis por COVID-19. Puestos de trabajo irrecuperables a un corto plazo.

La crisis sanitaria ha vuelto a poner sobre la mesa la modalidad de teletrabajo o home office, una opción a primera vista muy prometedora que, a falta de una regulación en nuestro país, estimula la “hiperconectividad” del trabajador, dejando profundas huellas en su rendimiento, productividad y condiciones laborales.

Leyes y normas de urgencia

Desafortunadamente, la figura del teletrabajo se encuentra desprotegida en México, donde no existe una legislación vigente, pese a ser uno de los países con mayor número de empleados a distancia durante la última década (Ipsos y Reuters, 2012). En junio de 2019, se aprobó en el Senado Mexicano una reforma para establecer derechos y obligaciones de los empleadores y colaboradores, una iniciativa ahora congelada. El tiempo, como siempre, nos ganó.

¿Cómo apurar esta modalidad de empleo en una nación donde sólo el 44.3% de la población dispone de una computadora y el 56.4% cuenta con acceso a internet? (ENDUTIH, 2020). ¿Cierto que era acuciante reducir la brecha digital?

Es verdad que en las zonas rurales el teletrabajo resultaría una excepción, pero seamos exactos al señalar que aún existen zonas urbanas donde el acceso a internet es todavía muy reducido. 

El teletrabajo no es para todos, pues aunque se tenga una computadora en casa, el acceso a una red segura y continua es una apuesta para las empresas. No, al parecer México no está listo para esta conversación.

En este sentido, es urgente acelerar el acceso universal a internet (sin más pretextos) y establecer protocolos de acción, capacitación y lineamientos para conseguir que más personas puedan realizar el trabajo desde casa, en condiciones que garanticen su desempeño.

Enseñanzas después de la crisis

Importantes lecciones nos ha traído la pandemia en términos de Usos de la Tecnología. La más importante es que vamos muy atrás y sin relevo. Nos hemos estrellado con el muro de una realidad impensable, en la que miles de trabajadores deben “ajustarse” a una nueva circunstancia que los obliga, en la mayoría de los casos, a mutar su propia condición humana de convivencia y librar también otras batallas, faenas que, en gran parte, son únicamente para el trabajador: 

  1. Uso de computadora exclusiva para quien realiza trabajo a distancia
  2. Conectividad constante en el hogar
  3. Horario extensivo (salvo previo acuerdo con el empleador)
  4. Disponibilidad más allá de la hornada de ocho horas 
  5. Adaptabilidad de espacio sin interrupciones

Inaplazable resulta un entramado más ancho de redes fijas y móviles, así como estrategias de acción para un trabajo a distancia cuyas condiciones no sean consideradas como “una prestación laboral”, sino como una actividad que requiere ser regulada lo antes posible y que deberá contemplar innumerables temas. ¿Qué herramientas deberá tener un teletrabajador? ¿Se considerará el hogar como centro de trabajo? ¿Qué obligaciones tendrá el patrón con sus empleados?

Estamos ante una situación compleja. Actualmente, el trabajador “beneficiado” con el home office asume los gastos que implica el estar “conectado”, ya sea en su hogar o, como se ha visto innumerables veces, en un café internet donde la sana distancia es un lujo. No es tarea fácil, nunca lo ha sido, pero hoy la crisis sanitaria nos empuja a una seria y urgente reflexión.

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